Moscú | EFE.-
Rusia recordó hoy el 30 aniversario de la retirada de las tropas soviéticas Afganistán, el fin de diez años de una invasión que le costó a la desaparecida URSS unos 16.000 muertos, marcó a toda una generación y suscitó la condena de gran parte de la comunidad internacional.
El 15 de febrero de 1989 el general Borís Grómov, comandante del contingente de militar soviético destacado en Afganistán cruzaba como último hombre de esa fuerza el paso de Termez (frontera uzbeko-afgana) y ponía fin a una guerra que algunos llamaron el Vietnam de la URSS.
«A mis espaldas no queda ni un soldado ni un oficial ni un suboficial», dijo entonces Grómov, al dar al alto mando el parte sobre el cumplimiento de la retirada.
La campaña de Afganistán finalizó cuando faltaban menos de tres años para la muerte oficial de la URSS y fue, en opinión de muchos analistas, uno de los factores que la precipitó.
El hombre que dio la orden de retirada, el entonces presidente soviético Mijaíl Gorbachov subrayó, en una entrevista publicada hoy por la agencia rusa RIA Nóvosti, que esa decisión fue adoptada tras «largas deliberaciones» y respaldada por todos los miembros de la cúpula comunista y la jefatura de las Fuerzas Armadas.
Según Gorbachov, todos coincidían en que «el problema afgano no tenía solución militar» y compartían su visión de que el envío del contingente militar soviético a Afganistán había sido un error.
En este sentido, recordó la resolución adoptada en su momento por el Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS que condenó «moral y políticamente» el envío de tropas a Afganistán.
Al mismo tiempo, el exlíder soviético recalcó que esa valoración en ningún caso menoscaba el honor de los militares, que cumplían con su deber.
Este miércoles, el presidente de la Duma o Cámara de Diputados de Rusia, Viacheslav Volodin, aseguró que la invasión soviética de Afganistán no puede ser interpretada de otra forma que como una «gesta».
Al tiempo que destacó la importancia de defender la «verdad histórica», Volodin subrayó que, al tomar la decisión sobre el envío de las tropas soviéticas, el Kremlin «defendió los intereses del país fuera de sus fronteras».
«Muchos dieron su vida y debemos hacer todo lo posible para que dicha gesta sea inmortal», afirmó.
El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, indicó hoy que el Kremlin no va a entrar en un debate sobre ese período histórico, pues se trata de algo que está fuera de su agenda.
«Para nosotros lo importante es recordar a los héroes que cumplieron su deber internacional e hicieron todo lo que debían de hacer de conformidad con su juramento. Lo importante es no olvidar a estos héroes, y nadie los olvida» subrayó.
La palabras del portavoz del Kremlin quedaron corroboradas poco después por la publicación de un decreto del presidente ruso, Vladímir Putin, por el que impuso el título de Héroe de Rusia a Vladímir Kovtun, un oficial de los servicios de inteligencia militar que participó en la guerra de Afganistán.
Kovtun se hizo acreedor de la máxima distinción del Rusia por haber participado en una operación en la provincia afgana de Kandahar en la que un comando de inteligencia capturó un cohete estadounidense tierra-aire «Stinger» y un maletín con documentación, que incluía las direcciones postales de los suministradores.
«Hasta el día de hoy tengo sueños con Afganistán. Yo he podido superarlo, pero no todos lo han conseguido», dijo el teniente general Ruslán Áushev, veterano de esa guerra y Héroe de la Unión Soviética.
Áushev, que tras la desintegración de la URSS fue presidente de la república Ingush, se quejó de que Rusia no cuente con un ministerio para asuntos de los veteranos de guerra.
«Considero que debe haber un programa estatal para la rehabilitación de los veteranos», dijo el militar, ya retirado, a la agencia RIA Nóvosti.
Según datos oficiales, más de medio millón de soviéticos participaron en la campaña de Afganistán, de los cuales uno de cada diez resultó herido.