Santo Domingo | EFE.-
Treinta años después de su asesinato en Madrid, la localidad dominicana de Vicente Noble homenajeó este domingo a su vecina Lucrecia Pérez con una misa, discursos sobre su vida y legado, y depositando flores en su tumba.
Fotos de ella junto a velas, flores y mensajes como «Lucrecia, tú vives para siempre en nuestros corazones», «Tu legado marcó la diferencia entre la comunidad emigrante» o «Todos (as) somos Lucrecia» marcaron los actos organizados por el Comité de Lucha por el Pueblo en esta ciudad de la provincia de Barahona, en el suroeste de República Dominicana, donde una calle lleva su nombre.
Según informaron a EFE fuentes municipales de Vicente Noble, los participantes en los actos destacaron que «hubo un antes y un después» para la emigración tras el asesinato racista de Lucrecia Pérez el 13 de noviembre de 1992 en una discoteca abandonada de Aravaca, en las afueras de Madrid, donde se refugiaba junto a otros inmigrantes sin hogar.
Lucrecia fue en «busca de un sueño que fue tronchado por los xenófos», dijo Rafael Batista, uno de los asistentes.
En los mensajes se hizo hincapié en cómo cambió la situación de los inmigrantes tras el crimen: «Queremos que esté en la memoria de este pueblo, que esté en la memoria del país y del mundo porque esa muerte no puede ni debe ser una muerte en vano», afirmaron representantes del Comité de Lucha por el Pueblo.
En ello también insistió, en declaraciones telefónicas a EFE, Edilelin, quien cuando sucedió todo era cuñada de Lucrecia.
Recordó como algo «muy triste, desesperante, terrible» la noche en que a su marido, hermano de Lucrecia, y a ella, que estaban trabajando en una casa en Madrid, les comunicaron la noticia; los trámites para trasladar el cuerpo a Vicente Noble, el juicio…
Lucrecia, de 32 años y que llevaba pocos meses en España, acababa de ser despedida de la casa en la que trabajaba y buscó techo en el local abandonado de la discoteca «Four Roses» cuando el guardia civil Luis Merino y tres menores vinculados a grupos neonazis quisieron «dar un escarmiento a los negros».
La muerte de Lucrecia, por la que los culpables recibieron una condena de 126 años en conjunto, se considera el primer asesinato xenófobo en España.
«Eso no se olvida nunca y hasta los que no habían nacido saben aquí lo que ocurrió», dijo Edilelin, quien considera que del asesinato salió un beneficio: «a raíz de la muerte de Lucrecia hubo avances importantes, se supo lo que pasaba, mejoraron las condiciones de los inmigrantes, mejoró la calidad de vida de los dominicanos en España, se permitió el alquiler».
La emigración, destacó, es dura, «tienes que dejar a tus hijos aquí», como hizo Lucrecia y ella misma. Solo estuvo dos años en España, «no paraba de llorar, no era fácil» y regresó a República Dominicana.
Edilelin sigue manteniendo contacto con la hija de Lucrecia, Kenia, que tenía solo 6 años cuando ocurrieron los hechos y se había quedado en República Dominicana junto a su padre.
Cuando Kenia, que vive en España, viene a Vicente Noble «nos vemos, ve a sus primos» y rememora: «Era una niña tranquila, afable, igual que Lucrecia».