Noticias Derecha e izquierda en El Salvador lloran su derrota y buscan recomponerse

Partidarios de la Gran Alianza Nacional (GANA) celebran la victoria de su candidato Nayib Bukele en las elecciones presidenciales en San Salvador el 3 de febrero de 2019 (AFP | Luis ACOSTA)
Carlos Mario MARQUEZ | AFP.-

Izquierda y derecha tradicionales, derrotadas por el exalcalde capitalino Nayib Bukele en las elecciones presidenciales de El Salvador, lamentan desconcertadas el fracaso que evidenció su distanciamiento de los electores, que rechazaron prolongar tres décadas de bipartidismo.
Bukele triunfó con amplia ventaja en la primera ronda electoral el pasado domingo y se prepara para la transición al poder, mientras el gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) y la Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) reflexionan sobre las causas de la derrota.
Bukele alcanzó el 53,3% de la votación, por encima de la coalición derechista encabezada por Arena, 31,7%, y de la izquierdista FMLN, con 14,4%. El minoritario partido Vamos recibió el 0,78% de los votos.
Arena y el FMLN gobernaron los últimos 30 años, y el resultado es un país con una economía débil, golpeado por la violencia pandillera de la que miles de salvadoreños escapan en busca de una mejor vida.
El presidente de Arena, Mauricio Interiano, acompañado de la cúpula de la agrupación, dijo este martes que el partido adelantará sus elecciones internas para definir el nuevo directorio, en el que no podrán reelegirse los actuales dirigentes.
Ante la andanada de reclamos que recibe el partido de sus miembros, Interiano hizo un llamamiento a «permanecer todos unidos» y clamó: «No dejemos que nos dividan».
Por su parte, la dirigencia del FMLN en un comunicado informó en un comunicado que hará una «evaluación sobre los resultados electorales» junto a su militancia para tomar «las medidas necesarias».
«Es lógico que Arena llore su derrota, y es lógico que el FMLN haga lo mismo», declaró a la AFP el analista y profesor universitario Dagoberto Gutiérrez.
Ambas agrupaciones, protagonistas del un bipartidismo que se alargó tres décadas, según Gutiérrez, «no están en condiciones de saber qué es lo que ocurrió, porque unos y otros son cúpulas (y) en esos partidos no se hace política, son empresas donde se hace negocios».
Arena gobernó El Salvador de 1989 a 2009, mientras que el FMLN lo hizo en 2009 con el ahora prófugo expresidente Mauricio Funes, requerido por la justicia por cargos de corrupción, y en 2014 le siguió el actual presidente, Salvador Sánchez Cerén, quien finaliza su mandato el 31 de mayo.
Para Gutiérrez, la izquierda y la derecha «no están en capacidad de reflexionar» y en la necesidad de buscar responsables «culpan a la gente porque no entendió su mensaje».
«La característica de esta coyuntura es que por primera vez en 30 años un movimiento social de diferente color, sabor, olor, y que no es solo Bukele, derrota a un bloque de partidos políticos hilvanado en un solo criterio político: que Arena no debía regresar, y que el FMLN no debía continuar», resumió el analista.
Sin rumbo
Para el veterano analista político y dirigente socialdemócrata Héctor Dada, tanto el partido oficialista de izquierda como Arena perdieron su rumbo.
«Los dos grandes partidos parecen haber perdido el rumbo ideológico (…) ninguno de los dos le está dando rumbo al país, la realidad exigía cambios de quien estaba llamado a hacerlo y no lo hicieron», reseñó Dada.
Para Gutiérrez, derecha e izquierda se desconectaron de la realidad política porque «son empresarios que trabajan con mercancía y su mayor desacierto es haber convertido la política en una mercancía, porque tanto para el FMLN y como para Arena, la política siempre ha sido una mercancía».
Ante una realidad dominada por pobreza, desempleo, alto costo de vida y bajas pensiones «el pueblo recuperó su conciencia, despertó, pero ellos (FMLN y Arena) no se han dado cuenta, por ello hacen una campaña electoral normal en tiempos anormales, donde el pueblo está despertando», subrayó.
Para Gutiérrez Arena y el FMLN, siendo columnas del sistema político heredado de la guerra civil que finalizó en 1992, fueron salpicadas de casos de corrupción y por eso «se han derrumbado sin piedad alguna».
La influyente Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) pidió a las fuerzas políticas «trabajar juntos» para superar los problemas de violencia, falta de empleos, bajo crecimiento económico y falta de estímulo para la inversión.
Durante la campaña electoral, tanto la derecha como la izquierda se olvidaron de su marcado antagonismo y se unieron para hacerle la guerra a Bukele, lo cual se les revirtió con el enojo de la población y que se evidenció con el resultado electoral.

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