AFP.-
Una música andina rompe el silencio de la caravana que lleva los féretros de dos indígenas asesinados en Colombia. Pocos se atreven a hablar en esta convulsa zona del suroeste del país, azotada por el conflicto armado y el narcotráfico.
«Nos están matando por (…) no permitir la minería, no permitir el narcotráfico, no permitir la presencia de grupos armados criminales, no permitir el atropello del gobierno propio», dice a la AFP el senador indígena Feliciano Valencia durante el sepelio.
Eugenio Tenorio, de 46 años, y Kevin Mestizo, de 23, fueron asesinados el sábado en un enfrentamiento con disidencias de la exguerrilla FARC que no se acogieron al histórico pacto de paz de 2016, según la Defensoría del Pueblo (ombudsman).
De acuerdo con testimonios recogidos por AFP en la zona, se trató de un ataque con disparos al bus en el que se transportaban en una vía del municipio de Caloto.
Miles de personas se reunieron en la vereda San Francisco, en el municipio de Toribío, para la despedida de los líderes. Banderas rojiverdes se ondeaban al paso de los cuerpos, en homenaje a la guardia indígena a la cuál pertenecían.
«Guardia, guardia, fuerza, fuerza, por mi raza, por mi tierra», cantaban a una sola voz.
De acuerdo con la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, en 2018 se presentaron 46 homicidios contra indígenas en el departamento del Cauca y en 2019 los ataques «se han incrementado».
Teatro de guerra del conflicto colombiano, el departamento del Cauca se lo disputan los grupos armados por su posición estratégica para la salida de cocaína a Estados Unidos y la siembra de narcocultivos.
La ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, explicó el lunes en W Radio la «complejidad» del conflicto en la zona.
«Hay una autonomía de parte de los indígenas quienes han querido enfrentar el problema de manera independiente y (…) nosotros como Gobierno, hemos venido insistiendo en la necesidad de generar una acción de parte de la fuerza pública que está pendiente de perseguir a estos delincuentes», afirmó.
Valencia asegura que en escasas dos semanas han asesinado a seis indígenas en la región.
«Hoy nos están pasando la cuenta de cobro. Se adelanta una estrategia de represión y de represalias», lamenta.
Ansias de paz
Dos niños acompañan el féretro de Tenorio en la parte de atrás de una camioneta. Con una mano se aferran al ataúd vestido de luto. Con la otra sostienen un cartel que suplica «que las armas no nos silencien».
Según la Organización Nacional Indígena de Colombia, 158 líderes indígenas han sido asesinados desde la firma del acuerdo de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, de los cuales 94 murieron durante el mandato de Duque -que asumió hace un año.
Pero no sólo los indígenas son blanco amenazas. Colombia enfrenta una campaña de asesinatos selectivos de activistas de derechos humanos, que deja 462 muertos desde el 1 de enero de 2016, según la Defensoría del Pueblo.
Aunque el desarme de la guerrilla FARC disminuyó la intensidad del conflicto armado colombiano, las zonas indígenas siguen siendo asediadas por rebeldes del ELN, disidentes de las FARC, paramilitares y narcotraficantes.
«Nosotros nunca hemos estado de acuerdo con los actores armados porque nosotros buscamos que haya paz, buscamos que nuestros hijos vivan en paz», afirma el líder indígena Gabriel Pavi en medio de la muchedumbre.