Los próximos 25 años serán los más importantes en la historia de la agricultura, advierte el especialista en sistemas agroalimentarios Jack Bobo, premiado como el mayor experto en comunicación en ciencia

Jack Bobo, Director del Instituto de Sistemas Alimentarios de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido.
San José, (IICA).-

“Los próximos 25 años van a ser los más importantes en la historia de la agricultura. Por eso necesitamos hacer las cosas bien y, si lo conseguimos en este período, seremos buenos para siempre”.

Quien hace esta afirmación es el profesor Jack Bobo, Director del Instituto de Sistemas Alimentarios de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido, reconocido globalmente por su tarea innovadora en comunicación de la ciencia. Su prestigio lo llevó a ser premiado recientemente con el Borlaug CAST Communication Award, distinción que recibirá en octubre próximo de manos de la Fundación World Food Prize en Iowa, Estados Unidos.

Bobo llegó a San José de Costa Rica para participar en dos días de debate sobre el futuro de la agricultura junto a una docena de ministros de Agricultura de las Américas y otros altos funcionarios del sector. Las deliberaciones se producirán en la sede central del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en el marco de la 44ª sesión del Comité Ejecutivo, órgano de gobierno del organismo.

¿Por qué estos próximos años serán los más críticos para la agricultura? Bobo lo explica de la siguiente manera:

En el 2050, indica, la población mundial será de 9.500 millones de habitantes y muchos esperan que las cosas sean cada vez peores a partir de entonces. “Pero la realidad es que el crecimiento poblacional irá cayendo dramáticamente antes, porque estamos teniendo menos hijos y el número de niños que nacerá será cada vez menor. Todo el crecimiento poblacional en estos años se deberá a que la gente vivirá más. Eso es una buena noticia acerca de salud y nutrición, pero no vamos a vivir para siempre”.

Y asegura: “En consecuencia, el desafío no es producir cada vez más comida para siempre. El desafío es llegar a 2050 sin deforestar todos nuestros bosques y secar todos nuestros ríos, lagos y acuíferos. Desde ahora a 2050, será cada vez más difícil alimentar al mundo, pero luego de 2050 será cada vez más fácil, si hasta entonces no hemos arruinado el planeta”.

El científico y comunicador, al comentar la distinción que le otorgó la Fundación World Food Prize, el Borlaug CAST Communication Award, afirmó que “se trata de un premio muy importante porque eleva el perfil y la importancia de la comunicación. Llama la atención sobre el hecho de que no es suficiente lo que hacemos en la ciencia. Tenemos además que poder comunicar la ciencia, para que la gente la entienda, la valore y esté predispuesta a adoptar las innovaciones. El premio me da la oportunidad de ser escuchado por más audiencias”.

En ese sentido, Bobo asegura que una institución como el IICA juega un rol fundamental para que las innovaciones que ayudan a construir una agricultura más productiva y sostenible sean difundidas y lleguen a los agricultores y está convencido de que el organismo puede contribuir a la aceleración de las transformaciones en el continente, porque tiene alianzas con gobiernos y con todos los sectores, por lo que puede cambiar la naturaleza de la conversación y contribuir a que los cambios se hagan.

Visión de la agricultura

El experto, quien trabajo durante 13 años con el gobierno y el Departamento de Estado de los Estados Unidos en política alimentaria global, considera que mucha gente tiene hoy una visión equivocada de la agricultura.

“Es verdad –reconoce- que la agricultura tiene un impacto enorme sobre el ambiente: utiliza el 40% de la tierra del planeta, el 70% del agua fresca y genera casi un tercio de las emisiones que producen el cambio climático. Sin embargo, unas 800 millones de personas, o el 10% de la población mundial, se va cada día a dormir con hambre. Así parece que los sistemas agroalimentarios están quebrados. Pero si pensamos de dónde venimos, la conclusión es muy diferente. Hace 30 años, el 20% de la población pasaba hambre. Y hace 60 años, era el 30%.

Por supuesto que 10% es una proporción terrible y que debemos hacer las cosas mejor. Pero las estamos haciendo mucho mejor que en el pasado. Así que la pregunta es cuándo nuestros sistemas agroalimentarios fueron mejores que ahora. Y la respuesta es que nunca lo fueron”.

Bobo está convencido de que hay mucha información falsa circulando y que la realidad es que, en muchos aspectos, las cosas están bien y haciéndose cada vez mejor, aunque no a la velocidad necesaria. Eso significa que deben acelerarse los cambios en lugar de responsabilizar a los agricultores por no hacer más.

El científico, quien también trabajó en el sector privado y en el sector ambiental, señala dos claves para acelerar el ritmo de las transformaciones: que haya más políticas públicas y mayores inversiones, con más dinero y más recursos, y que se ponga el foco en los consumidores.

“Tenemos que promover –concluye- que el público no solo apoye la innovación, sino que también la demande. Eso requiere que el consumidor entienda verdaderamente el rol de la innovación en nuestra sociedad. Muy a menudo, la gente habla apasionadamente de la alimentación, pero no entiende realmente cómo es la producción, porque la mayoría quedó muy lejos de las áreas rurales donde crecieron sus padres o sus abuelos. Entonces, tenemos que hacer un mejor trabajo comprometiendo a los consumidores, para que demanden cosas que realmente sean beneficiosas. Los desafíos que tenemos por delante son muy importantes y nadie los puede resolver solos. Y tenemos solo una generación para lograr nuestros objetivos”.

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