Tegucigalpa, (IICA).-
Katy Moncada, agricultora hondureña nacida en el campo que migró a la ciudad para estudiar y luego volvió a su tierra para ser protagonista en una empresa de mujeres campesinas, fue distinguida como una de las “Líderes de la Ruralidad» de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En reconocimiento, Moncada recibirá el premio “Alma de la Ruralidad”, que es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para dar visibilidad a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
Katy forma parte de un grupo de mujeres campesinas del departamento de El Paraíso, en el oriente de Honduras, que dejaron el campo, se graduaron en la universidad y volvieron a su primer amor, la producción de café, y comenzaron a sumar otras actividades productivas, como la apicultura y el cultivo de plátanos y limones. Lo hicieron a través de la empresa asociativa campesina Mujeres en Acción.
El trabajo fue apoyado por la cooperación técnica del IICA y por el programa Progresa, una iniciativa público-privada implementada por Swisscontact junto al Instituto Hondureño del Café (IHCAFE), Molinos de Honduras, la Secretaría de Agricultura y Ganadería y gobiernos locales.
“Le debemos mucho al IICA –explica ella-, que nos hizo aplicar buenas prácticas agrícolas y conseguir resultados. También aprendimos mucho en Progresa, donde habíamos tenido reuniones y cursos de capacitación”.
Ella recibió una parcela demostrativa por el proyecto AGRO-INNOVA, financiado por la Unión Europea (UE) e implementado por el IICA, en la que sembró plátano, limones, maíz y frijoles y aumentó su apiario a 70 colmenas. Así aprendió el valor de la diversificación productiva para generación de ingresos.
El proyecto AGRO-INNOVA fue pionero en la zona, en la que brindó servicio de asistencia técnico y acompañamiento a los productores.
Katy está convencida de que el trabajo que lleva adelante su grupo de pertenencia tiene sentido especialmente si es un ejemplo positivo para otras personas: “Quiero que todas las mujeres miren lo que hacemos en Mujeres en Acción, se den cuenta de que es posible y abandonen la creencia de que no pueden. Muchas tienen miedo porque no estudiaron. Pero no es necesario que estudien para ser apicultoras; solo se trata de cambiar la mentalidad”.
“Trabajo mucho. Me levanto todos los días a las 4 de la mañana, cargamos el carro de plátano, café, miel y vamos al mercado. Quiero ser cada vez más influyente en la comunidad para que las personas vean las cosas de otra manera. Hay que ser conscientes de que en Honduras sí se puede, en lugar de mirar siempre para el norte. Si mi mamá pudo sobrevivir 71 años en el campo es porque es posible. No se trata de querer hacernos ricos de la noche a la mañana, sino de trabajar y esforzarse”, agrega.
El título de Líderes de la Ruralidad de las Américas es un reconocimiento del IICA para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región.
Culturas distintas
Katy nació en la comunidad de Buena Vista, hizo sus estudios en un instituto privado de Tegucigalpa, regresó al campo en 2016 y se integró a Mujeres en Acción, que existía desde 2012.
“Si bien el proyecto original de Mujeres en Acción se refería solo a café, en 2016 comenzamos con mi esposo en la apicultura, de a poquito, primero extrayendo la miel de las abejas del monte. Al principio sacábamos solo ocho botellas y las reglábamos, pero aprendimos de los apicultores más viejos y fuimos creciendo. Hasta que nos convertimos en unos de los productores de miel más grandes de la comunidad y también intermediarios, porque vienen los productores y nos venden a nosotros”, explica Caty, quien hoy vive en la en la comunidad de San Marcos de la Selva, de donde es originaria la familia de su marido.
Si bien en Buena Vista, donde ella nació, siempre ha sido común que las mujeres trabajen en el campo, ella asegura que la cultura es distinta en San Marcos.
“Si usted busca a mi mamá o a mi tía –dice- siempre las va a encontrar en la finca podando café. Las mujeres por lo general son mujeres de campo en nuestra comunidad. En cambio, en la comunidad donde ahora vivo, cuando yo llegué se veía mal que una mujer fuera trabajar con los hombres. Había mujeres que no salían o solo salían con permiso del hombre. Por eso, con Mujeres en Acción servimos de punto de referencia para que las mentalidades vayan cambiando”.
En la empresa hay 12 mujeres y 10 varones, para respetar la equidad de género.
Hoy, uno de los grandes desafíos que enfrenta la productividad en las zonas rurales de Honduras, igual que en el resto de los países de los países centroamericanos es el impacto del cambio climático: “Muchas perdimos las finca y nos toca sembrar todo de nuevo cuando se seca el café. Pero siempre intentamos adaptarnos y entendimos que diversificarnos es esencial”, explica.
El gran foco que guía a Katy Moncada y su grupo es asegurar que los jóvenes tomen la posta en la actividad agrícola.
“Tenemos que enfocarnos –asegura- en el relevo generacional. No solo debemos pensar en los adultos como líderes. Yo platico siempre con los niños y con los jóvenes y estoy convencida de que no hay que criticarlos porque están siempre con el teléfono; por el contrario, hay que enseñarles a que lo usen para algo productivo. Quienes lideramos tenemos que adaptarnos”.