San José, (IICA).-
El productor de flores ornamentales Julio César Delgado, uno de los pocos en Colombia que produce violeta de los Alpes, fue reconocido como una de los “Líderes de la Ruralidad” de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El premio, denominado “Alma de la Ruralidad”, es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para reconocer a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
Delgado produce en el municipio de San Antonio del Tequendama, ubicado a 50 kilómetros de la capital colombiana, Bogotá, donde el viverismo es una actividad de notable importancia económica, que reúne a más de 100 establecimientos.
Es uno de los pocos productores de flores que se ha volcado a la producción de la violeta de los Alpes, que tiene origen francés y es de una gran belleza. Sus flores cumplieron una importante tarea durante los encierros forzados por la pandemia de Covid-19, ya que creció el interés de muchas personas por tenerlas en sus casas para contribuir al combate de situaciones de estrés.
Además, ante el aumento de precios de insumos como fertilizantes y plaguicidas químicos, Delgado está apuntando a producción sostenible desde lo ambiental y lo económico, con el uso de recursos de origen biológico.
El Premio Líderes de la Ruralidad es un reconocimiento para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región.
Las violetas como forma de vida
Julio César Delgado es uno de los pocos cultivadores de especies florales ornamentales en Colombia que produce violeta de los Alpes, planta de origen francés cuya belleza cautiva a todo aquel que la conoce y aprecia.
Es productor de ornamentales en el predio Villa Loly, ubicado en el municipio de San Antonio del Tequendama, población a 50 kilómetros de Bogotá que está dedicada, casi en su totalidad, al viverismo. Las especies ornamentales se cultivan y comercializan por sus características estéticas, ya sean sus flores, hojas, tallos o frutos. Generalmente son empleadas con fines decorativos en jardines y diseños paisajísticos, pero también como plantas de interior o para flor cortada, con lo que dan origen a la importante industria de la floricultura.
En esta región hay una vocación tal, que allí se localizan más de 100 viveros de plantas para el abastecimiento del mercado local. Con los años, la producción en cantidad y calidad ha crecido tanto que las autoridades municipales están trabajando en un censo de predios con el fin de organizarlos en asociaciones de productores, lograr las certificaciones de la entidad de sanidad vegetal y encaminarse a la exportación.
“Nuestro primer objetivo es Ecuador”, dice Jairo Varón, quien trabaja en la Alcaldía local y comenta sobre el interés que tiene el alcalde del municipio por hacer realidad esta iniciativa. Delgado, obviamente, es uno de los primeros llamados a hacer parte de esta empresa, comentó el funcionario de la administración.
En los últimos años, el sector de viverismo y plantas ornamentales ha tenido un desempeño muy importante, que le ha permitido ganar nuevos mercados internacionales.
Además de violetas de los Alpes, Julio César Delgado cultiva otras variedades de plantas, igualmente ornamentales, tales como primaveras, begonias y gloxinias, entre otras. Una selección muy llamativa a la hora de pensar en la decoración de interiores y exteriores. En total, Villa Loly alberga un cultivo de unas 20 variedades en un área de 6.400 metros cuadrados y aloja no menos de 20.000 materas.
Desde su predio, Delgado vende a mayoristas y distribuidores locales en las principales ciudades del país, no sólo su producción, sino la de terceros cuando los pedidos superan la producción de su vivero.
La preferencia por la violeta de los Alpes, explicó el viverista, se debe a que esta es una planta muy llamativa, particularmente por su floración. Además, agrega, si se le da el cuidado adecuado, pueden durar bastante tiempo, entre uno y dos años.
Pero su vivero no sería lo que es hoy sin el aporte de su esposa, quien trabaja en todas las labores de mantenimiento de la producción. Por eso, reconoce en ella su compromiso y aporte a este proyecto productivo. Ese compromiso lo extiende además a sus seis trabajadores permanentes, de quienes no sólo admira lo que hacen y aportan, sino que está interesado por el bienestar de sus familias.
Refiriéndose a las etapas de producción de sus cultivos, y sobre los altos precios de los insumos, como fertilizantes y plaguicidas, Delgado manifiesta cómo ahora recurre a nuevas formulaciones, esta vez tomadas de la agricultura biológica, con el fin de lograr una agricultura limpia y sostenible. Prácticas que, por demás, serán definitivas a la hora de exportar.
Gremialmente, Delgado es socio de la Asociación Colombiana de Viveristas y de Productores de Ornamentales (Colviveros), una organización creada hace un lustro, que organizó a los productores de especies ornamentales, pues ellos nunca tuvieron una vocería ante las instituciones gubernamentales ni ante las autoridades de sanidad vegetal.
Colviveros estimula y promueve el desarrollo, la competitividad y la sostenibilidad de los viveristas y de los pequeños productores de plantas ornamentales y follajes en todo el país. Con el lema “Sembrando Bienestar”, Colviveros afirma que más allá de su valor ornamental, las plantas y las flores influyen de manera positiva sobre estado de ánimo y la salud emocional de las personas, ya que purifican el entorno, reducen el estrés y estimulan la concentración y la productividad.
Por último, como dato curioso y contradictoriamente, Delgado indicó que la época de la pandemia fue quizás una de las mejores en cuanto a producción y ventas. Según él, es probable que el encierro y el estrés generado haya hecho que las personas se inclinaran por decorar sus viviendas con plantas ornamentales, una mejor opción frente a las flores cortadas (Colombia es el segundo exportador mundial de flores) que tienen cortos periodos de vida.
“Las personas compraban sus plantas para llevarlas a casa y darse a la tarea de cuidarlas, echarles agua, fertilizarlas y verlas crecer. Creó que fue como algo que terminó por darles una mejor calidad de vida frente a la situación de encierro que se vivió”, concluyó.