Foz de Iguazú, (IICA).-
Empresarios, representantes de la industria, directivos de cámaras, reguladores y autoridades públicas de las Américas, destacaron el enorme potencial de la región para impulsar el desarrollo de los biocombustibles líquidos y contribuir a la mitigación del cambio climático, en el marco de la reunión de ministros de Energía del G20, en Foz de Iguazú, Brasil.
Lo hicieron en un evento dónde se debatió el rol de los biocombustibles en la descarbonización del transporte, y se discutió acerca de los avances legislativos, el impacto ambiental y la salud de las bioenergías, y las perspectivas de la industria automotriz. Incluyó también una mesa de diálogo público-privado con representantes de las Américas, Japón e Indonesia, que sirvió para el intercambio de experiencias debido al interés que los biocombustibles despiertan en Asia como herramienta para la descarbonización.
Fue organizado por la Unión de Azucareros Latinoamericanos (UNALA), la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos (CPBIO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), con el apoyo de la Unión de la Industria de la Caña de Azúcar y Bioenergía (UNICA) de Brasil, la compañía Toyota, la Asociación de Productores de Biocombustibles de Brasil (APROBIO) y la Unión de Etanol de Maíz (UNEM) de este país sudamericano.
El encuentro permitió introducir el tema de los biocombustibles como eje medular para la transición energética, en el marco del G20, considerado el mayor foro de cooperación mundial, que tendrá su Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno el 18 y 19 de noviembre en Río de Janeiro. El G20 reúne a las mayores economías del mundo y es presidido este año por Brasil.
En el diálogo participaron como oradores Pietro Adamo Sampaio Mendes, Secretario de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de Brasil; Rafael Chang Miyasaki, CEO de Toyota para América Latina y el Caribe (ALC); Marcela Braga Anselmi, Gerenta de Medioambiente y Transición Energética de la Asociación Nacional de Aviación Civil (ANAC) de Brasil; Wesley Montero, de Platts; Evandro Gussi, de UNICA; Guillherme Nolasco, de UNEM; y Julio Minelli, de APROBIO.
También estuvieron presentes Federico Pinedo, sherpa argentino ante el G20, miembros de cuerpos diplomáticos, de cámaras de empresas y representantes de la sociedad civil.
Respuesta para cada región
El CEO de Toyota para ALC explicó que la empresa automotriz trabaja por la descarbonización del sector transporte promoviendo el uso sostenible de los biocombustibles líquidos en la región y mirando hacia el mundo, e incluso al final del evento exhibieron tres vehículos que ya se comercializan en Brasil con tecnologías que permiten el uso del etanol como único combustible, o en combinación con electricidad.
“Necesitamos abordar el combate al cambio climático y Toyota ya empezó. Hemos reducido emisiones por 176 millones de toneladas de dióxido de carbono desde 1997. Nuestro enemigo son los fósiles y, ¿cuáles son los combustibles para reemplazarlos? La respuesta es diferente para cada región porque las condiciones son diferentes: carreteras, clima, tipo de usuarios e incluso el comportamiento de los conductores. Entendimos que nuestro compromiso es ofrecer variedad y hay muchos caminos hacia la carbono neutralidad”, dijo Chang Miyasaki.
El ejecutivo consideró que América Latina tiene grandes ventajas comparativas para combinar tecnologías y que el protagonismo de los biocombustibles es práctico, accesible y sostenible.
Chang agregó que la electrificación puede ser una buena solución para otras regiones, no así para América Latina. “Pensar que en nuestra región vamos a tener estaciones de recarga disponibles para todo el mundo es difícil. En una ciudad como Madrid donde las distancias son cortas, la electrificación es una solución, pero no lo es en otras partes. Nuestra visión es promover la combinación de varias tecnologías; incluso en el hemisferio norte se está viendo un retroceso en electrificación del transporte a nivel de demanda como de políticas públicas”, dijo.
A su vez, Marcela Braga de Anselmi ahondó en los avances que está realizando Brasil en combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus iniciales en inglés).
“Nuestra región tiene una gran posibilidad con los SAF, por su disponibilidad de biomasa con potencial de ser certificada como sostenible. En Brasil contamos con una gran tradición en la producción de biocombustibles desde la década de 1970, pero la aviación es más compleja. Se debe promover una demanda estable, a partir de la obligación de las líneas aéreas de hacer una transición energética, pero sin generar que los precios suban y derive en la disminución del transporte aéreo en nuestros países”, comentó la especialista de ANAC.
Explicó además las implicancias positivas para el desarrollo de los SAF de la ley denominada Combustible del futuro, recientemente firmada por el Parlamento brasileño, donde dijo también que existe una política nacional de SAF que dispone de recursos federales para financiar investigaciones en materias primas y rutas tecnológicas.
“Hoy en Brasil el gran desafío es atraer las inversiones privadas en esta materia”, complementó Evandro Gussi, presidente y CEO de UNICA, quien ponderó el poder de convocatoria del IICA para congregar a todos los actores.
“Nuestro objetivo es reducir las emisiones, tenemos que apelar a todo lo disponible. Entendemos que la bioenergía no es la solución para todo, pero es una solución que está lista, que tiene costos accesibles y una tecnología ya dominada”, añadió.
Según Gussi, con el etanol de caña es posible reducir hasta un 90 % de las emisiones. “Tenemos una industria sólida con tecnología que puede ser compartida, especialmente con países de ambientes tropicales, más de dos millones de personas trabajan en Brasil en el sector de modo directo o indirecto. Esta es una revolución no solo ambiental sino también social y económica”, destacó.
En tanto Guillherme Nolasco de UNEM contó que el sector de etanol de maíz viene consolidándose en Brasil, y existe una gran cadena de negocios gracias al círculo virtuoso de producción de alimentos, energía y biomasa. “La producción de biocombustibles para nuestros países es una manera de cumplir las obligaciones de la transición energética, pero también de estimular el arraigo del hombre de campo, de atraer inversiones y generar empleo, que es la mejor manera de sacar a la agente de la pobreza”, argumentó.
Actualmente Brasil procesa 18 millones de toneladas de maíz para producir bioetanol y subproductos alimenticios, especialmente granos destilados de alto contenido proteico.
Por su parte Julio Minelli, de APROBIO, hizo énfasis que los biocombustibles deben ser mirados como energías y una cadena de agregación de valor. “Cuando tenemos la posibilidad de ver ciudades del interior, donde nuevos puestos de trabajo son generados, queda claro que constituye una oportunidad de desarrollo para las ciudades”, afirmó, dado que la industria cumple un rol social, porque una característica diferenciada del biodiesel brasileño es que cerca del 30 % de la materia prima viene de la agricultura familiar.
“Los agricultores familiares tienen de los industriales garantía de compra anticipada y provisión de asistencia técnica para mejorar productividad y la inclusión en toda la economía”, concluyó.