Buenos Aires, (IICA).-
El extraordinario crecimiento que ha experimentado la bioeconomía en la Argentina y en el resto de América Latina y el Caribe, junto a las grandes oportunidades que presenta de cara al futuro, fueron el eje del Congreso de la organización Maizar, que se realizó en Buenos Aires con la participación del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Unas 2 000 personas asistieron al evento que reunió a productores, investigadores y distintos actores de la cadena de valor agroalimentaria.
Maizar es la Asociación Argentina de Maíz y Sorgo y su encuentro anual contó con más de 30 paneles y diversos talleres, en los que expusieron y compartieron sus experiencias más de 100 especialistas del país y del exterior.
El Congreso estuvo dedicado especialmente a la bioeconomía, que consiste en la utilización de la biomasa como insumo para crear múltiples productos y ofrece a la región un camino de crecimiento económico en armonía con el ambiente, mediante el aprovechamiento eficiente y sostenible de sus recursos naturales.
Para mostrar las posibilidades que ofrece la bioeconomía para la fabricación de indumentaria a partir de cultivos, el presidente de Maizar, Pedro Vigneau, contó que el traje que tenía puesto estaba confeccionado con tela a base almidón de maíz y se calzó un par de zapatillas deportivas con suela hecha con un biopolímero del maíz.
“Existen más de 4 000 usos para el maíz. Hay una enorme oportunidad en su transformación e industrialización, que deben realizarse lo más cerca posible de los lugares donde se produce. El maíz nos acompaña en muchos lugares, por ejemplo como biocombustible, a través de la fabricación de bioetanol”, dijo Vigneau.
“Hoy el mundo exige cada vez más productos que cuiden al planeta, por lo que hay una oportunidad inmensa en la bioeconomía. Tenemos que convencer de esto a los decisores políticos y salir a contárselo al mundo”, agregó.
“Bioeconomía es biomasa más conocimiento; es un punto de partida de una nueva era en materia de producción”, resumió, por su lado, Juan Manuel Fernández Arocena, Jefe de Gabinete de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina.
“Los avances científicos y tecnológicos jugarán papel clave en los desafíos que tenemos por delante en la agricultura, porque ya no se trata solo de producir más, sino de hacerlo de manera diferente”, agregó.
El funcionario consideró que la bioeconomía es un paradigma de desarrollo sustentable que contribuye al uso eficiente de la biomasa y al fomento del empleo y el arraigo en los territorios rurales. “Hoy no podemos pensar en producción y desarrollo sin asociarlo a sostenibilidad”, sostuvo.
En la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina existe desde 2020 la Dirección Nacional de Bioeconomía, que desarrolla programas para fomentar la producción de bioproductos, como bioinsumos y biomateriales, e impulsa la bioenergía. También apoya la biotecnología, como herramienta aplicada al mejoramiento vegetal, animal y de los microorganismos en el ámbito agropecuario.
Puente entre la producción y el ambiente
El Director General del IICA, Manuel Otero, se refirió al potencial de la bioeconomía con una visión desde América Latina y el Caribe, región que es la mayor exportadora neta de agroalimentos del mundo y cuenta con la mayor dotación de recursos naturales del planeta.
“La bioeconomía es un modelo de desarrollo que construye puentes entre la producción y el ambiente. Tiene que servir para generar crecimiento económico y social. Hoy los mercados de bioproductos crecen mucho más rápido que los de productos tradicionales. Nuestras zonas rurales son grandes cuencas productoras de biomasa y estamos ante una oportunidad fenomenal”, explicó.
“Si queremos pensar con sentido de futuro y retomar un crecimiento que genere progreso y empleo la solución es la bioeconomía y tenemos que seguir apostando a ella”, señaló.
Otero también apuntó, en ese sentido, que resulta imprescindible fortalecer los sistemas nacionales y subregionales de ciencia, tecnología e innovación. “No estamos invirtiendo lo suficiente”, advirtió.
El Director General del IICA explicó que los países de la región están en diferentes momentos de evolución en relación a la institucionalidad de la bioeconomía. “Hay países en fases de regulación, de implementación o de diseño de estrategias. Nadie está siguiendo un mismo camino, pero hay una toma de conciencia de la importancia de la bioeconomía y ya contamos con importantes desarrollos propios en América Latina y el Caribe que dan cuenta de nuestro potencial”.
Proceso de complejidad creciente
El presidente del Congreso de Maizar, y Director del Programa de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Fernando Vilella, hizo un repaso de los datos que muestran el potencial de la generación de biomasa en Argentina y de su potencial de transformación en múltiples productos.
“A partir de la fotosíntesis nuestros países pueden exportar tecnología o generar bonos de carbono. La complejidad creciente de estos procesos es inimaginable. Existe una gran oportunidad para el desarrollo”, afirmó el experto.
Durante el Congreso se abordaron la situación y el potencial de la bioeconomía maicera y del sorgo; qué políticas de Estado se requieren y cómo negociar entre distintos actores de la cadena; cómo abrir mercados y qué escenarios plantea el contexto internacional; cómo aportan valor los fertilizantes, la tecnología de semillas, los bioinsumos y la agricultura inteligente; qué papel juega la sustentabilidad y cómo puede aprovecharse la baja huella ambiental del maíz y el sorgo de esta parte del mundo.
Hubo cinco salas en el evento, una de las cuales estuvo enteramente a cargo de jóvenes, quienes abordaron la gestión del talento, la participación política, la transformación digital, la integración con las fintech y la innovación.
La Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), formada por 130 cooperativas y unos 50.000 productores, mostró sus logros en el terreno de la bioeconomía. La organización tiene una planta de bioetanol de maíz en la ciudad de Villa María y produce alimentos balanceados que luego se convierten en proteína animal, en forma de carne aviar, huevos, carne porcina y bovina y lácteos.
“Necesitamos mejorar la genética para que crezcan los rendimientos del maíz. Estamos trabajando fuertemente en nuevas prácticas como agricultura de ambientes y agricultura de precisión, fertilización y siembra variable”, explicó el subgerente general de ACA, Víctor Accastello.
Teresa Cañete, gerente de Desarrollo de Negocios de Bio4, contó las soluciones que le brindó la bioeconomía a esa empresa, con sede en la ciudad de Río Cuarto, que produce 90 mil metros cúbicos de bioetanol al año y también fabrica biogás con silaje de maíz y estiércol bovino. El residuo de la producción de biogás, a su vez, se usa como biofertilizante.
“Tenemos un sistema de economía circular. Las oportunidades son grandes porque Argentina es una gran pantalla fotosintética que nos da la posibilidad de producir granos de muy alta calidad y somos pioneros en la bioeconomía. Con ella podemos sustituir importaciones y descarbonizar la matriz energética, cumpliendo compromisos ambientales internacionales y fomentando el desarrollo regional y la creación de empleo”, dijo Cañete.