San José, (IICA).-
Las compañías, ligadas a la producción de alimentos y a los servicios al productor, reafirmaron su compromiso de promover la acción colectiva junto al IICA y de trabajar a favor la disponibilidad de herramientas para que los pequeños agricultores de América Latina y el Caribe sean más productivos y más resilientes.
Representantes de empresas que trabajan en el continente debatieron con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) acerca de los desafíos que enfrenta la actividad y coincidieron en que solo el trabajo conjunto entre sector público y privado permitirá afrontarlos con posibilidad de éxito.
Durante la reunión, que se desarrolló de manera virtual, se discutieron cuestiones vinculadas a la seguridad alimentaria y nutricional, uso de nuevas tecnologías, comercio, salud de los suelos y vínculos con los consumidores.
Las compañías, ligadas a la producción de alimentos y a los servicios al productor, reafirmaron su compromiso de promover la acción colectiva junto al IICA y de trabajar a favor la disponibilidad de herramientas para que los pequeños agricultores de América Latina y el Caribe sean más productivos y más resilientes.
El encuentro fue encabezado por el Director General del IICA, Manuel Otero, y el Subdirector General, Lloyd Day, y sirvió para reforzar las alianzas entre el organismo de desarrollo agrícola del sistema interamericano y el sector privado, imprescindibles para impulsar mayores inversiones en investigación, desarrollo e innovación y avanzar hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El IICA se ha propuesto ser un puente entre los ministerios de Agricultura de los países de las Américas, sus mandantes, y el sector privado. Ese modelo se ha desarrollado con éxito en distintas iniciativas que fueron respaldadas por el sector privado, como el proyecto Suelos Vivos en las Américas, el Centro de Interpretación del Mañana de la Agricultura (CIMAG), espacio de innovación que funciona en la sede central del IICA, y la Alianza contra el Fusarium R4T, plaga que atacó al cultivo del banano y se convirtió en una amenaza a la seguridad alimentaria.
Beneficios para la región
“Para Bayer ha sido muy importante trabajar contra el IICA en diversos proyectos”, dijo Ronald Guendel, de Bayer, quien aseguró que la compañía está plenamente enfocada en su compromiso de empoderar a 100 millones de pequeños productores para 2030.
“Todo el esfuerzo que hagamos las empresas del sector privado para mejorar el bienestar en las zonas rurales y conectar con los pequeños agricultores será un beneficio para la región”, afirmó Guendel, quien también consideró imprescindible el trabajo público-privado para promover la innovación en la agricultura y el comercio libre de alimentos.
“La alianza que tenemos con el IICA es posible y exitosa porque nuestras visiones están alineadas”, afirmó José Perdomo, de Croplife, quien hizo foco en la necesidad de profundizar el trabajo en la capacitación de los agricultores para que utilicen las nuevas tecnologías y en la construcción de una nueva narrativa que rescate el rol central de la agricultura para la seguridad alimentaria y allanar el camino hacia el cumplimiento de los ODS.
Esteban Turic, CEO de Biogénesis Bagó, empresa líder en salud animal, se refirió a la necesidad de avanzar hacia una mejora de la productividad de la ganadería. “Cuando comparamos a los países de América del Sur con naciones desarrolladas, estamos 20 puntos abajo en productividad en términos de lechería y 30 o incluso 40 puntos debajo en producción de carne”, afirmó.
Turic dijo que la región dispone de las tecnologías necesarias en nutrición, sanidad y genética para alcanzar la frontera de productividad de los países desarrollados y hacer una contribución más importante a la seguridad alimentaria. “El gran trabajo que hay que hacer es promover una mayor adopción de tecnologías, lo que requiere también de capacitación y extensión, para ser más productivos sin necesidad de incrementar el número de cabezas de ganado”, explicó.
Patricia Toledo, de Syngenta, dijo que el mundo no va alcanzar el objetivo de erradicar el hambre para 2030 si no se incrementa la productividad agrícola al menos en un 28%. “Hemos decidido unir esfuerzos en el sector privado para contribuir”, afirmó Toledo, quien apuntó que algunos de los ejes en los que trabaja su compañía son el impulso a prácticas de agricultura regenerativa, como captura de carbono en el suelo y preservación de la biodiversidad, innovación, capacitación y empoderamiento de las mujeres rurales.
María Nelly Rivas, de Cargill, destacó la importancia del doble rol del IICA para que el continente tenga una voz en los foros globales sobre se debaten las cuestiones agrícolas y ambientales y, por otro lado, para facilitar el acceso de los pequeños productores a herramientas para ser más competitivos.
“Vemos en el IICA un socio a nivel de políticas públicas y también de programas específicos para los agricultores en los países”, señaló.
Aintzane Esturo participó en nombre de la Asociación Internacional de Jugos de Frutas y Vegetales (IFU). “América Latina es uno de los productores de jugos más importantes. La industria de los jugos está totalmente comprometida con la sostenibilidad y también con el trabajo en aspectos nutricionales. Producir jugos es una forma de poner alimentos a disposición de las personas”, afirmó.
“Veo la evolución del IICA y cómo ha crecido su participación en diferentes áreas. Es muy destacable”, dijo Jesse Sevcik, de la compaña Elanco, dedicada a la salud animal. Sevcik subrayó particularmente la importancia de la presencia del IICA en las Conferencias de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y abogó por que en la COP 29 de Azerbaiyán y la COP 30 de Brasil vuelva a estar presente para dar un mensaje claro sobre cómo se hace agricultura y se protege la biodiversidad en el continente.
Christian Gómez, de Walmart, también valoró el trabajo de IICA como puente entre el sector privado y los gobiernos de la región y dio detalles de los proyectos que la compañía lleva adelante en países de América Latina con objetivos como aumentar sus compras a pequeños agricultores, facilitar la transición del sector informal al formal de los productores y empoderar a las mujeres.
“El IICA se está transformando y sabe que solo con el sector privado es posible alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para las poblaciones rurales”, dijo a su turno Manuel Otero, quien precisó que el organismo alcanzó 638 acuerdos de cooperación con el sector privado y organizaciones de la sociedad civil desde 2018 y tiene casi 500 socios.
“Pareciera que nuestros 17 millones de productores son la variable de ajuste toda vez que hay incertidumbres o volatilidad en el escenario internacional. Ellos deben ser los destinatarios de nuestros mayores esfuerzos, porque cada vez un agricultor se ve obligado a abandonar la ruralidad para irse a la ciudad se produce un perjuicio”, afirmó.
El Director General del IICA se refirió al papel de la ciencia como insumo fundamental en la generación de nuevas políticas públicas y consideró que hoy la cooperación significa acción y es el resultado del trabajo coordinado de sector público y privado. “El IICA –concluyó Manuel Otero- actúa como puente entre los distintos actores y es elemento aglutinador, con la premisa de que tenemos que hacer más con menos recursos y con los agricultores en el centro de las decisiones”.