Buenos Aires | EFE.-
«Mi corazón me dice que esté tranquilo porque él está tranquilo también». Así arrancó este miércoles Joan Manuel Serrat su adiós al público de Argentina, un país al que está unido a fuego desde hace más de 50 años: «Solamente vengo a despedirme de los escenarios y no a despedirme de la gente, ni del país, ni del cariño que nos ha unido».
En el Teatro Astros de la mítica avenida Corrientes de Buenos Aires, donde incluso disfruta de una estrella en su honor sobre la acera, el cantautor español presentó en una multitudinaria rueda de prensa el tramo argentino de su gira «El vicio de cantar 1965-2022», que lo llevará a Rosario, donde actúa este sábado; a Córdoba el martes y en la capital argentina en cinco recitales que culminarán el 29 de noviembre.
«He tomado esta decisión de retirarme del escenario, de dejar lo que puede ser una de las partes mas divertidas de mi oficio, para mí la más divertida, pero también la que requiere mayor disciplina», se sinceró el también apodado ‘el Nano’, para aclarar que no dejará de componer.
Camino de cumplir 79 años el 27 de diciembre, el autor de «Mediterráneo» no ha perdido ni un ápice del fervor que su presencia genera en el Río de la Plata: «Mi relación con el público argentino fue apasionada desde el primer momento», recalca.
Serrat debutó cantando y tocando sus canciones a mediados de la década de 1960 en Radio Barcelona, su ciudad natal, primero con canciones en catalán y luego también en castellano y fue cobrando una gran popularidad.
En Argentina desembarcó en 1969, mismo año en que se editó su primer sencillo en el país, «Tu nombre me sabe a hierba», e inició un idilio con una tierra que de alguna forma ya conocía desde niño por los tangos que escuchaba su padre.
«En Argentina sucedieron cosas muy importantes, desde mis primeros programas de televisión hasta estos últimos conciertos. Es una vida llena de situaciones donde quizá la más espectacular fue el concierto que dimos en la plaza de los Dos Congresos (Buenos Aires, 1992) que reunió tantos miles de personas y fue tan lindo», recuerda.
MÁS ALLÁ DE LA MÚSICA
Sus viajes y anécdotas en Argentina fueron constantes hasta que, en 1976, el último golpe de Estado militar y la consiguiente dictadura censuró sus canciones y no quería que pusiera un pie en el país, lo que abrió un paréntesis de ausencia que concluyó en 1983.
Un paso del tiempo y situaciones que impactaron en el artista y su público: «Había una relación juvenil muy clara y muy afectuosa y esto se va modificando con el tiempo, con lo que sucede, con los primeros movimientos políticos fuertes en Argentina, los militares, la represión y la guerra sucia. Ha habido todo un cambio de todos en todo los que vamos haciendo, y cada quien se va posicionando», aseguró.
«Y en estos momentos, con 70 y muchos cumplidos, lo que mantengo con el público argentino es una relación larga, que pilla varias generaciones y en la que nos une, por encima de todo, una confianza común, y por otra parte un sonido, una música, unas canciones, un artista y un ser humano que tiene mucho que ver con lo que ha ocurrido y esta ocurriendo», aseveró.
Volver a Argentina, donde tantos amigos ha hecho con el correr de los años, supone reencontrarse con lugares que ha visto modificarse «a veces con alegría y a veces con una profunda tristeza o nostalgia». «Y eso lo voy a seguir haciendo», señaló.
Pero reconoció que los lugares valen en tanto en cuanto han sido compartidos con gente querida o sueños, por lo que cuando desaparecen «los sueños, las gentes, los amores», entonces también «se modifican los caminos».
LA DESPEDIDA
Serrat explicó que la caída que Joaquín Sabina tuvo durante un concierto juntos y la pandemia de la covid-19, con el consecuente encierro en casa, lo llevó a pensar que «el tiempo» se le «agotaba considerablemente en todos los sentidos» y que era un buen momento para despedirse de los escenarios.
«Esta gira está llena de trampas, de emociones, de nostalgias, de un sentimiento tremendo de alejamiento de algo que ha sido mi vida y que me ha hecho muy feliz. Por tanto, llevo cada uno de los conciertos como el único que existe y trato de no hablar demasiado, de no menear demasiado estas historias, porque estoy meneando directamente mi alma y lo más profundo de mis emociones», asumió.
La gira arrancó en Nueva York (EE.UU.) en abril pasado y está previsto que finalice en Barcelona el 23 de diciembre. Después, las luces se apagarán, pero el talento seguirá: «Claro que pienso seguir. He decidido dejar el escenario, no de escribir, componer, vivir y amar y todo lo que la vida ofrezca».