Dorienne Rowan Campbell, productora jamaiquina de café que enseña y muestra el camino a otros pequeños agricultores caribeños, es reconocida por el IICA como Líder de la Ruralidad de las Américas

La granja de Campbell, está ubicada en la zona de las Montañas Azules de Jamaica, donde se produce uno de los cafés más buscados del mundo.
San José, (IICA).-

Dorienne Rowan Campbell, mujer jamaiquina que se ha dedicado a la agricultura durante décadas, dueña de una pequeña finca productora de café orgánico de máxima calidad que se ha convertido en un modelo de prácticas sostenibles y permanente maestra de otros pequeños productores caribeños, fue distinguida como una de las Líderes de la Ruralidad de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

Rowan Campbell recibirá en reconocimiento el premio “Alma de la Ruralidad”, parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para dar visibilidad a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.

“Mi trabajo es ser la voz de los pequeños agricultores y ayudar a que podamos hacer los cambios que los fortalezcan y les permitan acceder a un buen nivel de vida”, afirma.

Rowan Campbell fue una de las fundadoras en 2001 del Movimiento de Agricultura Orgánica de Jamaica (JOAM, por sus iniciales en inglés), y durante varios años fue presidente de una organización que se encargó de hacer viable económicamente la actividad, al allanar el camino hacia la certificación, entrenar inspectores y establecer granjas de demostración.

Con la JOAM, Rowan Campbell y sus colegas han capacitado a unas 150 mujeres en el Caribe interesadas en la agricultura orgánica. En reconocimiento a su contribución a la producción de alimentos y a los derechos de las mujeres, Rowan Campbell fue condecorada por el gobierno de Jamaica. También fue galardonada por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (IUCN) como mujer emprendedora ambiental.

Su granja, llamada Rowan’s Royale Farm, está en la zona de las Montañas Azules de Jamaica, donde se produce uno de los cafés más buscados del mundo. Desde 2004, la granja ha sido inspeccionada y obtenido la Certificación de Estándares Ambientales (CERES), documento internacional que se otorga a quienes realizan prácticas sostenibles.

Ella misma, cuando todavía se hablaba poco a nivel internacional de la influencia de la variabilidad climática en los cultivos, percibió los impactos en su granja y supo que debía esforzarse para cuidar la biodiversidad a través de soluciones basadas en la naturaleza. Hoy, es inspectora de un sistema de certificación y entrena a otros agricultores jamaiquinos, con el doble propósito de producir café de calidad y cuidar el ambiente.

La designación como Líder de la Ruralidad de las Américas es un reconocimiento para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional; y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región.

Rowan Campbell fue galardonada por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (IUCN) como mujer emprendedora ambiental.

Luchadoras

Dorienne tiene también la nacionalidad canadiense, aunque asegura que su corazón es jamaiquino. “Aprendí el trabajo y uso mi granja como lugar de entrenamiento para otros pequeños agricultores porque, a menos que tengas un modelo que la gente pueda ver, es muy difícil romper con los viejos hábitos arraigados”, explica ella, que integra y tiene un rol directivo en la Asociación de Productores de Café de Jamaica.

Rowan Campbell conduce un grupo de unas 15 mujeres a las que llama “luchadoras ecológicas” (eco warriors), a las que capacita en cuestiones agrícolas y económicas y que se comprometen a diseminar sus conocimientos en sus comunidades, con especial foco en los jóvenes.

“Crecí en Jamaica –cuenta-, donde fui a una escuela con muchos espacios verdes en los que se criaban gallinas que los niños cuidábamos. Creo que mi interés en el campo empezó allí, aunque yo tenía un padre que amaba la agricultura. Fue abogado y juez, pero tenía una pequeña granja que era su alma. Empecé a trabajar la tierra allí y un día él me dijo que yo la había convertido en una granja verdadera. Fue la cosa más linda que he escuchado”.

“Fui a la universidad –continúa- en Canadá, donde estudié Inglés e Historia. Luego trabajé durante ocho años en la Secretaría de la Commonwealth en Londres, donde comencé en el Programa de Mujeres y Desarrollo y luego trabajé para los 52 países de la agrupación. Pero siempre estuve convencida de que la fuente de mi fortaleza eran mis raíces jamaiquinas. Así que regresé y hoy, aunque paso parte del tiempo en Canadá, mi país es Jamaica”.

A su regreso al Caribe, Dorienne quería hacer agricultura en armonía con la naturaleza; una actividad productiva que al mismo tiempo cuidara el ambiente: “Recuerdo que decía que tenía un río debajo de mi finca y que cualquier cosa que yo pusiera en el suelo terminaría en ese río. Por eso decidí no utilizar sustancias químicas y mucha gente pensó que yo estaba loca”.

Así, se interesó en la agricultura orgánica hace más de 30 años, comenzó a estudiar y le llevó mucho tiempo construir alianzas con otros agricultores con las mismas inquietudes. Así, hoy no solo brinda talleres de capacitación, sino que también es inspectora de granjas que aspiran a ser certificadas.  La finca en la que ella cultiva tiene unas cinco hectáreas y media, pero gran parte de ella es escarpada, por lo que tiene solo árboles y arbustos. Dedica a la producción algo más de dos hectáreas, en las que además de café, cultiva cúrcuma y jengibre.

Desde siempre, la principal preocupación de Dorienne fue conseguir en la comunidad un lugar para los agricultores familiares más acorde con su contribución esencial.

Campbell se esfuerza por involucrar a los jóvenes de Jamaica para que participen en la agricultura.

“Estoy convencida –afirma- de que los pequeños agricultores no reciben el respeto que se merecen. Mucha gente en Jamaica relaciona la agricultura con la esclavitud, porque era la actividad que todos hacían cuando eran esclavos. Entonces, muchos creen que solo es válido ser médico o abogado. Yo lucho contra eso y trato de involucrar a los jóvenes en la agricultura, que están muy interesados en las nuevas tecnologías y el lugar que ellas pueden jugar en la producción. Esto es fundamental. Debe entenderse que, si no logramos que los jóvenes en Jamaica participen en la agricultura, nos vamos a quedar no solamente sin la industria del café, sino también sin alimentos”.

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