SAN JOSÉ, (IICA).-
La incorporación de tecnologías digitales ofrece un enorme potencial para mejorar la productividad, apuntalar la inclusión social y reducir el impacto ambiental de la agricultura en América Latina y el Caribe, señalaron destacados expertos de los sectores público y privado convocados por la Fundación World Food Prize y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Los especialistas hicieron hincapié en la necesidad de que en los países de la región se promuevan políticas de estado en la materia, durante un foro virtual organizado por las dos instituciones en el marco del Diálogo Internacional Borlaug, considerado el mayor foro internacional en el mundo de la agricultura.
“Alimentando a un mundo frágil” es el título que lleva el Diálogo en 2022, en virtud de los shocks que han sufrido en el último tiempo los sistemas agroalimentarios mundiales y la triple amenaza que siguen representando los efectos duraderos de la pandemia de Covid-19, el conflicto bélico en Europa del Este y el cambio climático.
El Diálogo Borlaug tiene como anfitrión a la prestigiosa Fundación World Food Prize, con sede en Des Moines, Iowa, que cada año reconoce a aquellos que hacen los más importantes aportes para mejorar la cantidad, la calidad o la disponibilidad de alimentos en el planeta.
El encuentro, diseñado con el objetivo de promover alianzas para luchar contra el hambre y la malnutrición, abarca una serie de debates en los que se exploran caminos y alternativas sobre el futuro de los sistemas agroalimentarios. Participan funcionarios de gobiernos, representantes del sector privado, organismos internacionales, productores agropecuarios, académicos, científicos, educadores y estudiantes.
Con el panel «Prioridades para el desarrollo de la digitalización de la Agricultura de América Latina y el Caribe», moderado desde Berlín por la periodista Pía Castro, se apuntó a impulsar la reducción de las brechas de digitalización de nuestro continente. Se trata de un gran reto para la región, que no debe desaprovechar las posibilidades que las tecnologías digitales ofrecen para favorecer un desarrollo inclusivo y garantizar la seguridad alimentaria, con las mujeres y los jóvenes que viven en las zonas rurales del continente como actores clave.
Kyle Poorman, Director de Diálogos Internacionales de la Fundación World Food Prize, y Jorge Werthein, Asesor del Director General del IICA, estuvieron a cargo de la apertura del encuentro. “Las herramientas digitales son algo esencial, pero especialmente lo son para que las áreas rurales puedan mejorar su economía y su educación”, enfatizó Poorman. “Estamos dándole visibilidad a este tema y ayudando a los países miembros del IICA a que formulen políticas para atender la demanda que existe de digitalización, ya que los beneficios que pueden obtener las poblaciones rurales son evidentes”, señaló Werthein.
El desafío de sumar actores
Diego Arias, Gerente de Agricultura y Alimentos para América Latina del Banco Mundial, subrayó la necesidad de contar con más y mejor información sobre los actores que actúan en el ámbito de la innovación agrícola en los diferentes países. “Siempre pensamos en los institutos públicos de investigación y en grandes empresas que ofrecen tecnología agrícola como Bayer, pero nos olvidamos de otros actores, como las universidades. El desafío es lograr una interacción sistemática entre el sector público y el privado”, afirmó.
Arias se refirió a la necesidad de repensar la inversión en innovación y, en ese sentido, puntualizó que investigación, extensión y educación son los tres aspectos a los que debe orientarse el diseño de proyectos en las áreas rurales. “Tenemos muchos datos sobre investigación, algo sobre extensión y muy poco sobre lo que están haciendo los países sobre educación”, dijo. El experto del Banco Mundial también señaló que la oferta de tecnologías debe ser pensada con el foco puesto en los jóvenes y las mujeres rurales.
Mauricio Agudelo, Coordinador de la Agenda Digital del Banco de Desarrollo de América Latina – CAF, señaló que en la región existe un alto uso de internet por parte de empresas, pero no en la cuestión productiva, lo que se nota en las cadenas de abastecimiento y de producción. “Desde CAF impulsamos diferentes modelos de transformación digital para los países, que parten de entender las problemáticas y los diagnósticos particulares en un sector crítico”, sostuvo.
Agudelo detalló el trabajo que CAF está haciendo en Perú para promover la digitalización del sector agrícola. “Vemos la agricultura de ese país –contó- en un momento de digitalización incipiente, pero con un potencial enorme. En cada eslabón de la cadena de valor hay una oportunidad derivada de las nuevas tecnologías”.
“Ante la necesidad de reactivación y de desarrollo en las cadenas de valor agroalimentarias, la digitalización del sector rural abre una oportunidad enorme para ir hacia mayor productividad y competitividad”, concluyó.
Ana Paulina Posso Amador, Gerenta de la Cadena de valor de Alimentos de Bayer, contó los proyectos llevados adelante por la compañía multinacional en la región para empoderar y mejorar la situación de las mujeres rurales, con la digitalización como una herramienta fundamental.
“Nos propusimos saber cuántos son los pequeños productores en América Latina y cuáles son las necesidades. Y supimos que hay 16 millones de pequeños agricultores, que padecen baja productividad y no tienen acceso a muchas ventajas con las que cuenta la industria agrícola”, explicó.
“En América Latina –agregó-, tradicionalmente la mujer se queda en casa y el hombre sale a trabajar. En el agro no es muy diferente. Entonces la mujer se encarga de las finanzas del hogar y por eso nuestro objetivo es darle voz en las decisiones y empoderarlas para que tome un rol que ya tienen pero no está visibilizado. Creemos que la mujer puede ser una pieza fundamental en la transformación de la agricultura”.
Las brechas en perjuicio de las áreas rurales
Sandra Ziegler, asesora en conectividad rural y desarrollo de habilidades digitales del IICA, hizo un repaso de las investigaciones realizadas últimamente por el Instituto, que ofrecen un estado de situación preciso sobre la penetración de las tecnologías digitales en el mundo rural de América Latina y el Caribe.
Ziegler dio datos que dejan clara la brecha de conectividad que existe en perjuicio del campo con respecto a las ciudades y precisó que hay 77 millones de pobladores rurales que no cuentan con estándares mínimos de conectividad.
“Existen obstáculos de diferente índole para que la conectividad avance en las áreas rurales: trabas de los marcos regulatorios, problema de infraestructura, de accesibilidad geográfica y ausencia de información, entre otros. Hay barreras asociadas a los costos de inversión y escasez de estímulos que alienten la inversión en zonas rurales”, explicó.
La investigadora señaló que una segunda brecha, además de la de conectividad, es la de habilidades digitales para hacer uso de estos recursos. “No solo es un problema de acceso sino de estar en condiciones de usar estas tecnologías. Lo alentador, pensando en el relevo generacional en el campo, es que son los niños y los jóvenes en los hogares rurales quienes impulsan la adopción de estas tecnologías”, afirmó.
“No hay dudas de que las tecnologías digitales transforman por completo las cadenas de valor. Han transformado distintas industrias en los últimos años y no hay razón para pensar que lo mismo no va a suceder en la agricultura”, dijo, por su lado, Federico Bert, Especialista en Digitalización Agroalimentaria del IICA.
“Estamos apenas en el inicio –añadió- del proceso de transformación digital de la agricultura, que generará múltiples beneficios muy alineados con lo que hoy demanda y va a demandar a futuro la humanidad. La transformación digital del agro permitirá más producción, menos impacto y mayor inclusión”.
Bert advirtió que la digitalización también puede generar efectos no deseados y señaló que, para asegurar un balance positivo, se debe garantizar que no se convierta en un factor de exclusión, por la ampliación de brechas que ya existen y la marginación de actores que no logren adaptarse al nuevo mundo digital.