Buenos Aires, (IICA).-
En la 27ª Conferencia Anual del Consorcio Internacional de Investigación en Bioeconomía Aplicada (ICABR, por sus iniciales en inglés) se diserta sobre asuntos relevantes para el futuro del desarrollo sostenible de las Américas.
Más de 150 investigadores y científicos especializados en bioeconomía de todo el mundo dieron comienzo en Buenos Aires a un trascendente encuentro académico internacional, en el que se discuten cuestiones centrales para el futuro del desarrollo sostenible de las Américas.
Se trata de la 27ª Conferencia Anual del Consorcio Internacional de Investigación en Bioeconomía Aplicada (ICABR, por sus iniciales en inglés), coorganizada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCyT) de Argentina, el ICABR y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En la apertura del evento, que se desarrolla en el auditorio y otros salones del MinCyT durante cuatro jornadas de trabajo, participaron el Secretario de Agricultura y el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina, Juan José Bahillo y Daniel Filmus, respectivamente; el presidente del ICABR, Justus Wesseler; y el Director General del IICA, Manuel Otero.
La primera disertación, acerca del estado de situación de la bioeconomía en el mundo y las oportunidades para la región, estuvo a cargo de Eduardo Trigo, referente internacional en la materia y asesor del programa de Innovación y Bioeconomía del IICA.
“La bioeconomía tiene un rol estratégico para la Argentina y para la región. Es un nuevo paradigma con el que tenemos que dar respuesta al gran desafío que significa producir más impactando menos en el ambiente”, señaló Bahillo.
El secretario puso en primer plano el rol del IICA para impulsar la cooperación internacional y enfatizó que hoy el mundo demanda no solo más alimentos, sino también mejores procesos productivos: “No podemos tener solamente objetivos productivistas; debemos contemplar los tres planos de la sostenibilidad, que son el económico, el social y el ambiental. Para ello debemos acelerar el debate científico y para eso sirve esta conferencia”.
Filmus, por su lado, participó en la apertura a través de un video ya que se encuentra en la India en un encuentro de ministros del G20, en el cual, según señaló, la bioeconomía fue uno de los temas con mayor presencia. “Hay muchos intereses en juego y hay miradas diferentes sobre la bioeconomía, pero los países en desarrollo estamos haciendo un gran esfuerzo porque entendemos que es un camino ineludible. Es muy auspicioso que este encuentro académico se realice en Buenos Aires”, afirmó.
El Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina consideró que la agenda de cooperación con el IICA es central para los programas de su ministerio.
A su turno, Justus Wesseler señaló que la cuestión institucional juega un rol central para abrir el camino hacia un mayor desarrollo de la bioeconomía en América Latina y el Caribe, igual que en el resto del mundo.
“Debemos organizar y crear las condiciones para una transformación sostenible de los modos de producción, para lo cual es fundamental identificar las fortalezas y debilidades”, dijo Wesseler, académico de la Universidad de Wageningen, de los Países Bajos, y especialista en biotecnología y contribución de las cadenas de valor a la sostenibilidad.
Manuel Otero reconoció la iniciativa del gobierno argentino de organizar esta trascendente conferencia por primera vez en América Latina y el Caribe, lo que demuestra su compromiso con una transición hacia una mayor sostenibilidad de los modos de producción y consumo.
“Si América Latina y el Caribe quiere ser protagonista de la bioeconomía mundial debe participar activamente en todos los foros internacionales, donde debemos dar a conocer nuestra realidad. Estoy convencido de que esta parte del mundo es garante de la seguridad alimentaria y ambiental del planeta. Esto no quiere decir que estamos haciendo todas las cosas bien, pero somos un actor relevante y esta tendencia se va a intensificar porque tenemos los recursos naturales, los recursos humanos y la tecnología para ser líderes”, señaló.
Tradicional y moderna
“Hacia una agenda de investigación para la construcción de la bioeconomía como visión para el desarrollo sostenible” se tituló la disertación de Eduardo Trigo, que fue seguida con gran interés por académicos de las Américas, Europa y África, quienes colmaron el auditorio del MinCyT.
Trigo, con tiene una larga experiencia no solo en el campo académico sino en organismos técnicos nacionales e internacionales, señaló que la bioeconomía, en realidad, ha acompañado a la humanidad prácticamente desde su inicio.
“Desde el inicio de los tiempos la bioeconomía ha estado con nosotros. No importa cómo lo definamos. Ha estado presente en cada sociedad en su tiempo, ajustada a la época. En cada momento se aprovecharon los conocimientos para utilizar lo biológico”, explicó.
“Con la agricultura, la fermentación o los biocombustibles –continuó- hacíamos bioeconomía sin saberlo. Por lo tanto, la bioeconomía es algo muy tradicional, pero también es muy moderno. A fines del siglo pasado apareció la biotecnología, como espacio de innovación que nos permitió empezar a transformar los procesos biológicos con un propósito definido y empezar a integrarla a los ciclos económicos de manera más eficiente”.
El experto consideró que hoy se vive una tercera etapa, con la bioeconomía como visión del desarrollo: “Actualmente se convirtió en una alternativa a la economía fósil, frente a los desafíos del cambio climático. Estamos muy lejos del cumplimiento de los ODS y entonces la bioeconomía aparece como una respuesta a este momento de crisis”.
Finalmente, Trigo se refirió a las tareas pendientes que tiene América Latina y el Caribe para un mejor aprovechamiento de esta oportunidad. “Tenemos –señaló- ocho de los 15 países megabiodiversos en el mundo y ya nadie discute que la diversidad es un recurso estratégico. Tenemos que avanzar en caminos para aprovecharlo, por ejemplo, con la creación de mercados de servicios ecosistémicos”.
También señaló que otra de las claves es integrar a la agricultura familiar: “América Latina y el Caribe tiene 21 millones de unidades productivas en agricultura y dos terceras partes de ellas son familiares. Es un número demasiado alto para que la bioeconomía pueda progresar sin una propuesta coherente sobre cómo integrar a ese sector”.