Castro asume la presidencia entre vítores y acompañada de su esposo Zelaya

Tegucigalpa | EFE.-

La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, asumió este jueves la presidencia entre los vítores de los ciudadanos y acompañada, durante toda la ceremonia, de su marido, el expresidente Manuel Zelaya, derrocado en 2009 tras un golpe de Estado.

El acto arrancó desde primera hora de hoy con una misa en la Basílica de Nuestra Patrona la Virgen de Suyapa, patrona de Honduras, en Tegucigalpa, donde Castro agradeció a Dios, en los momentos previos a su investidura.

Tras ello, arropada por una caravana de seguidores del Partido Libertad y Refundación (Libre, izquierda), quienes ondeaban banderas del partido y entonaban cánticos a favor de la mandataria, Castro recorrió de pie en la parte trasera de un coche algunas calles de la capital.

La nueva presidenta, ataviada con un sombrero de ala ancha, saludó ilusionada durante todo el trayecto a sus fanáticos, quienes le escoltaron hasta la entrada del Estadio Nacional, de Tegucigalpa, donde fue investida este jueves.

Ahí, junto a la compañía inseparable de Zelaya, asumió el poder, siendo la primera mujer en llegar a la presidencia en la historia del país centroamericano, un hecho que destacó en las primeras palabras de su discurso y que definió como «histórico».

«Estamos rompiendo cadenas y tradiciones. Este hecho histórico, solo pudo surgir de la voluntad mayoritaria del pueblo», dijo Castro, quien ha pasado de ser primera dama a la primera presidenta del país centroamericano.

Y se comprometió con «no más narcotráfico, ni crimen organizado» en un discurso cargado de guiños hacia la corrupción, falta de transparencia y altas tasas de pobreza que arrastran al país desde Gobiernos anteriores.

En la ceremonia estuvieron presentes representantes de diversos países, entre los que se destacaron el rey de España, Felipe VI, y la vicepresidenta de EE.UU, Kamala Harris, además de líderes latinoamericanos de izquierda, aunque hubo una notoria ausencia de mandatarios regionales.

Castro llega al poder en medio de una convulsión política inédita en el país centroamericano, con un Parlamento con dos directivas paralelas y la disidencia de algunos miembros de su partido.

En los próximos cuatro años, la presidenta, quien ha dicho tener una «propuesta de refundación del Estado socialista y democrático», deberá solucionar algunos de los problemas más arraigados de Honduras, como la pobreza que afecta al 70 % de sus 9,5 millones de habitantes, más de un millón de desempleados, malos sistemas de educación y salud, una violencia criminal, corrupción y narcotráfico, entre otros.

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