San José, (IICA).-
Tras cinco años de implementación, la iniciativa que tuvo una intervención en 33 territorios e impacto a 109 localidades en una de las zonas del mundo más vulnerables al cambio climático presentó en un evento de cierre sus principales alcances.
“El proyecto AGRO-INNOVA nos ayudó a tener una mejor condición de vida, diversificar nuestras parcelas, una sostenibilidad exitosa de las familias, y una mejora en la seguridad alimentaria. Hoy somos agricultores con una mentalidad positiva que podemos cosechar más cosas en un futuro”.
Las palabras pertenecen a Catalina López, una productora líder de Guatemala, quien habló en el evento de cierre de la iniciativa Sistemas Agroforestales Adaptados para el Corredor Seco Centroamericano (AGRO-INNOVA), financiada por la Unión Europea (UE) y ejecutada por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que desde el 2019 impulsó el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza en poblaciones rurales en esta región.
Su testimonio es un fiel reflejo del impacto de este proyecto de más de USD 6,4 millones que benefició 4.000 productores y productoras en estos últimos cinco años, que se enfocó también en la mejora de la resiliencia climática y la seguridad alimentaria de los pequeños productores mediante el uso de tecnologías para la producción de cultivos básicos y la ganadería para preservar la biodiversidad, aumentar la productividad y mejorar la calidad de vida de las familias en el Corredor Seco Centroamericano.
Se trata de una zona altamente vulnerable a eventos climáticos extremos, donde periodos largos de sequía son seguidos de lluvias intensas que afectan fuertemente los medios de vida y la seguridad alimentaria de las poblaciones locales.
La cita en la que se presentaron los principales logros y resultados de AGRO-INNOVA, que contó con el apoyo en investigación aplicada del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), se llevó a cabo en la sede central del IICA, y reunió a más de 150 participantes entre autoridades, personas productoras, técnicos, y representantes de 21 entidades público-privadas de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá, socias estratégicas del proyecto.
Impacto y voces de los protagonistas
El proyecto, tuvo una intervención en 33 territorios a lo largo del Corredor Seco Centroamericano e impacto a un total de 109 localidades, y brindó asistencia técnica directa a 1083 personas productoras.
A través de una sólida gestión del conocimiento y el fortalecimiento de capacidades, los más de 4 000 agricultores familiares y un total de 47 organizaciones de productores, lograron implementar y escalar innovaciones en Sistemas Agroforestales Adaptados (SAF), lo que contribuyó a mejorar su productividad, seguridad alimentaria y resiliencia al cambio climático.
Y es que la producción que se da bajo los SAF ha permitido a los países de la región obtener experiencias de alta valía como manejo y aprovechamiento forestal en las fincas; recuperación y conservación de suelos; uso y eficiencia del recurso hídrico para la producción y las buenas prácticas agrícolas.
Gracias a estas prácticas promovió el aprovechamiento de tecnologías como producción de bioinsumos; manejo y conservación de suelos; intensificación de cultivos; propagación de material genético vegetal; diversificación productiva forestal; mejoramiento genético animal; manejo postcosecha y conservación de alimentos; e implementación de sistemas de cosecha de agua y riego a pequeña escala.
Los productores líderes y los socios estratégicos a nivel nacional del proyecto tuvieron un rol protagónico, aportando desde la investigación aplicada, la transferencia y la extensión agropecuaria de 73 soluciones tecnológicas en SAF y 34 estrategias de asistencia técnica diferenciada para proyectos con organizaciones de productores, en las más de 100 comunidades rurales que impactó.
“Nos vinieron a cambiar el chip, AGRO-INNOVA ha venido a impactar a todo Centroamérica, estamos comprometidos con darle seguimiento, replicando el conocimiento que adquirimos”, comentó Orlando Jiménez, productor líder de Panamá.
A nivel regional y con incidencia nacional y local, la iniciativa logró socializar instrumentos y mecanismos en género y juventud como Mujer empoderando a Mujer, estrategias de capacitación con enfoque de igualdad de género, el Reto Joven Agricultura 4.0, para la reinserción de la juventud rural a las economías rurales, lo vinculado al potencial de la teledetección y al análisis geoespacial con el Programa Copernicus de la UE, y las estrategias de gestión de conocimiento y formación de capacidades.
“Muy agradecida con el IICA, la UE, los técnicos, con todo el equipo de AGRO-INNOVA, para mí ha sido el proyecto más exitoso. Estaba aburrida de otros proyectos, cuando llegó este lo pensé mucho para adoptarlo, pero vi que tenía buenas cosas; los demás y la familia, no querían, estaban renuentes. Con el proyecto nos enseñaron a gatear y caminar, y nosotros vamos a correr, nos comprometemos a formar nuevos productores y a llevar el relevo generacional para generar ingresos y aumentar la calidad de vida”, reveló Katy Moncada, productora líder de Honduras a las autoridades presentes.
“Gracias por haber creído en nosotros, por enseñarnos, ha sido una inversión, hemos dado pasitos con la tecnología, el conocimiento, y el sentirnos acompañados es un éxito para nosotros”, le secundó Karol Solís, productora líder de Costa Rica.
Compromiso y respaldo a los desafíos futuros
En el acto de clausura las principales autoridades presentes también resaltaron la relevancia del proyecto y remarcaron su respaldo para seguir impulsando acciones en esa misma línea.
“El proyecto es ejemplo de lo que se puede hacer entre IICA y la UE, es transformador, con la implicación de ustedes (productores) y la pasión en su trabajo; ustedes son actores de cambio. Queremos contribuir a mejorar la resiliencia climática y la seguridad alimentaria de la región, y proyectos así dan esperanza, son una muestra de lo que se puede hacer con buenas prácticas agrícolas, y esperamos dar más recursos para cambiar vidas y que puedan continuar en la actividad agrícola”, afirmó el Embajador de Unión Europea en Costa Rica, Pierre-Louis Lempereur.
“Necesitamos este tipo de proyectos que vía las innovaciones tecnológicas contribuyan a generar una vida más digna en las zonas rurales y verlas como zonas prósperas, donde se genere empleo y los productores con sus familias puedan quedarse en el lugar que más aman, que es la tierra, sobre todo en una región como Centroamérica donde hay 2,4 millones de agricultores familiares y es una de las más vulnerables a la crisis climática. Se necesitan buenas prácticas, conocimientos de punta y ancestrales para salir airosos de esta tarea”, complementó Manuel Otero, Director General del IICA.
El Ministro de Agricultura y Ganadería de Costa Rica, Víctor Carvajal, subrayó a su vez que “gracias a la cooperación y a la buena implementación del IICA, se ha logrado plantar una semilla en más de 4.000 productores, que esperamos esa semilla siga creciendo y contagiando”, para generar un impacto sustancial y efectos multiplicadores en los países de la región.
Odette Varela, directora ejecutiva del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (CENTA) de El Salvador, uno de los socios nacionales del proyecto, detalló que “se cumplió el objetivo de contribuir a mejorar la resiliencia climática y la seguridad alimentaria de los participantes”, y enfatizó lo hecho en su país.
“En El Salvador se capacitaron a 1.680 productores, dentro de ese número 577 mujeres, participaron 359 jóvenes, logrando que 936 agricultores escalaran las innovaciones del modelo SAF en mitigación y adaptación al cambio climático. Con productores líderes se establecieron 15 parcelas demostrativas donde se promovió la construcción de reservorios para cosecha de agua, y se establecieron dos plantas de producción de bionsumos. Se registraron 403 hectáreas con tecnologías multiestrato”, explicó.
En tanto Pedro Avendaño, Coordinador Regional del AGRO-INNOVA concluyó que el proyecto logró sus objetivos y resultados por medio de sinergias y esfuerzos desde las fincas de las personas productoras, hasta los esquemas de trabajo de los socios públicos y privados, ajustando las estrategias a las condiciones y necesidades particulares de cada uno de los países. “Hoy se puede visualizar cambios muy positivos y transformadores en personas productoras, organizaciones de producción y en equipos técnicos en terreno”, cerró.