Managua | EFE.-
El posible reinicio del diálogo nacional de Nicaragua para superar la peor crisis del país en décadas, con la Iglesia Católica como mediadora, dio sus primeros pasos entre críticas por falta de garantías, vertidas este domingo por diversos sectores sociales.
Las críticas surgieron luego de que el Gobierno y la Arquidiócesis de Managua informaron que el presidente Daniel Ortega se reunió anoche, en privado, con un grupo de empresarios, la mayoría banqueros, para retomar el diálogo que el gobernante abandonó en julio pasado, y que involucraba a diversos sectores de la sociedad nicaragüense, entre ellos estudiantes, campesinos y académicos.
El Comité Pro Libertad de Presas y Presos Políticos de Nicaragua advirtió que un diálogo no puede comenzar sin la liberación de los manifestantes encarcelados, ni el restablecimiento de las libertades públicas, entre ellas, la de libre expresión, movilización, reunión y prensa.
El cardenal Leopoldo Brenes explicó que la reunión fue un primer contacto que «los empresarios, querían tener con el señor presidente, para expresarles las inquietudes, las que ustedes (medios de comunicación) prácticamente siempre presentan».
Aunque el religioso se negó a especificar las «inquietudes» presentadas por los empresarios, todas coinciden en que el Gobierno debe cumplir las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que coinciden con las que exigió el Comité Pro Libertad de Presas y Presos Políticos.
La reunión de Ortega con los empresarios se dio al día siguiente de que el Gobierno nicaragüense y la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) emitieron sendos comunicados, en los que anunciaron el inicio de conversaciones, en las que el mandatario no estaría dispuesto a dialogar sobre la libertad de los presos ni el adelanto de las elecciones de 2021.
La Articulación de Movimiento Sociales, integrante de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco, ya había exigido el «cese de todas las formas de represión», como primera condición para que el diálogo sea legítimo y creíble.