Managua | EFE.-
El sacerdote nicaragüense Edwin Román, sobrino del héroe nacional de Nicaragua Augusto C. Sandino y admirado por socorrer a personas heridas durante manifestaciones antigubernamentales, fue retenido y golpeado anoche por la Policía Nacional, informó este jueves la Arquidiócesis de Managua.
Según la Iglesia católica, Román, párroco en la ciudad de Masaya (Pacífico), fue detenido mientras se dirigía en un automóvil hacia su parroquia por agentes de la Policía nicaragüense, en una escena donde hubo «una grave discusión con agresión física».
En un audio difundido en redes sociales, Román explicó que fue agredido por una mujer policía, cuando intentó grabar su detención.
«Me dio un manotazo, queriéndome agarrar el teléfono, hubo un forcejeo», dijo el sacerdote, en el audio.
En la misma grabación, el párroco afirmó que, al momento de ser retenido, en las afueras de Masaya, un oficial lo reconoció y le dijo «por fin te agarramos».
La retención de Román duró aproximadamente media hora, según dijo el sacerdote, pero para su arquidiócesis se trató de una acción que refleja la situación que vive Nicaragua.
«Esta situación pone en evidencia la falta de un ambiente de paz y se suma a otros actos que no contribuyen a un cambio de concordia social. Ante esta y otras expresiones de intolerancia, urge retomar el respeto a los derechos de la persona humana en nuestra patria», indicó la Arquidiócesis de Managua en un comunicado.
Román tomó notoriedad a mediados de 2018 cuando abrió las puertas de su parroquia para que personas que protestaban contra el presidente Daniel Ortega, y que eran atacadas con armas de guerra por la Policía Nacional y grupos «paraestatales», pudieran refugiarse o bien recibir atención médica improvisada en caso de que no fueran recibidos en el hospital estatal local.
Nicaragua vive una crisis sociopolítica que ha dejado entre 325 y 561 muertos, de 340 a 767 detenidos, cientos de desaparecidos, miles de heridos y decenas de miles en el exilio, desde el estallido social de abril pasado, según organismos humanitarios.
El presidente Ortega reconoce 199 muertos y 340 detenidos a los que llama «terroristas», «golpistas» y «delincuentes comunes».