Por: Elvis Gómez Mena | Editor de Opinión | cawtv.net.-
Cuando recibimos y aceptamos libremente con humildad muestras de afecto, cumplidos, respeto, o admiración, estamos aceptando que merecemos todo lo bueno que la vida nos ofrece y aunque estas características no pertenecen al dinero o al mundo material en si, es un acto de la conciencia del merecer y aceptar. En cambio, el recibir un elogio es motivo de pena, le estamos restando valor a nuestras capacidades. Estaremos rechazando el flujo del recibir.
Muchas veces se tiende a disminuir la importancia de los cumplidos, como si nos diera vergüenza decir «muchas gracias», o abrazar cariñosamente a nuestro amigo o amiga, ¿acaso es un delito? Entonces por qué no dejarnos de timideces y cuando alguien nos dice algo positivo correspondamos con mucho orgullo.
Si damos las mismas muestras de respeto, admiración y cortesía a nuestros semejantes, no debemos dudar que nos serán devueltas, multiplicadas, pero hay que estar abiertos a recibirlas, hay que aceptarlas. Si no lo hacemos, es posible que no vengan, hasta que estemos preparados para ello. Cuando nosotros no sabemos dar amor, respeto o no valoramos las acciones de los demás, estamos cerrando nuestra conciencia de dar.
El proporcionar sin esperar nada a cambio nos brinda la oportunidad de sentirnos útiles y eso nos provee satisfacciones.
Cuando decimos que al dar no debes esperar nada a cambio, es realmente que no hay que exigir que la persona a la que le estás dando responda como deseas. Es cierto que genera satisfacción que alguien responda recíprocamente a nuestras muestras de amor y ayuda, pero si no lo hace en el momento en que lo esperas, alguien lo hará en un futuro. ¡Esa situación momentánea no nos tiene que cambiar!
Si en este instaste ayudas a alguien y ese alguien no lo valora inmediatamente, vendrá otra persona que sabrá extenderte la mano. Porque si algo es cierto es que en la vida, no hay nada que quede sin recompensa, todo se devuelve, si has hecho el bien, ese bien regresará a ti manifestado en las diferentes personas que conozcas y en las diferentes circunstancias que se presenten en la vida.
El no saber dar, es un estado de pobreza, independientemente del dinero que se pueda tener en el banco. Eso te lleva a un estado de vacío interior permanente que se irá ampliando en la medida en que no lo comprendas. Te puede llevar a pensar que nadie te quiere y por eso no te valoran, cuando en realidad es usted quien no ha aprendido a querer ni a valorar a los demás.
Amigo lector, recuerde siempre que la verdadera riqueza es la manifestación del flujo recíproco entre el dar y el recibir. Sea positivo porque si cree que merece la riqueza y la aceptas como parte de tu vida, algún día llegará.