El valor de decir no a tiempo

Por Elvis Gómez Mena | Editor de Opinión | cawtv.net.-

El jefe de la oficina se habría enamorado o más bien encaprichado con la joven secretaria ejecutiva de 24 años.  Empezó a dejarle de vez en cuando regalitos en su escritorio, y la muchacha siempre agradecía, pensando en la bondad de este señor.  De vez en cuando algún que otro piropo galante y en una ocasión uno subido de tono, pero nada que le preocupara a la secretaria que hacía muy bien su trabajo. Pero un día la llama a su despacho y de un solo le lanza una proposición bastante grosera, en medio de su lenguaje zalamero y seductor.  “Te subiré el sueldo casi al doble. Sé que eres la mayor de tus hermanos y la única que trabaja y que tu madre viuda está enferma”.  La joven quedó asombrada y no sabía que decir. Pero añadió de una vez este señor: “Pero claro, si accedes a convertirte en mi amante. Nadie se dará cuenta. Prometo tratarte de la mejor manera”.

La joven respiró hondo, levantó los ojos al cielo y lo miró fijamente y le contestó: “claro que necesito el dinero. Pero estoy segura que mi madre y yo preferiríamos morirnos de hambre a que termine yo de vulgar prostituta suya. Eso jamás”.  Y se retiró.  Ella no contó esto a nadie y siguió trabajando y a la semana le llegaba la carta de despido. La razón: por haber faltado el respeto al jefe, gritándole y diciéndole palabras obscenas. Pasados 15 días se formó un grupo grande entre los empleados que conocían muy bien al jefe y sus andanzas, hablaron con la muchacha y ella contó todo y denunciaron el caso a la junta directiva de la empresa. El señor fue despedido y restituyeron en su puesto a la secretaria. Eso se llama dignidad, amarse y respetarse a sí mismo. No tenemos precio. Nadie nos puede comprar.

En cambio aquella joven de 19 años que parecía una piltrafa humana por el consumo de drogas y que se prostituía para pagar su adicción no dijo ese no a tiempo a los 15 años para no quedar mal ante los amigos. Gracias a Dios pudo encontrar ayuda espiritual y psicológica y poco a poco fue dejando la droga, hasta que un día dijo un no radical.  Ya a los 21 años era una persona nueva. Se enfrentó a su verdad, aceptó su vicio, se sometió a terapias profesionales y se convirtió en una mujer muy espiritual. Empezó amándose a sí misma, respetándose y aceptando que sin Dios no podía cambiar. En un grupo de narcóticos anónimos siguió los doce pasos de A A y se liberó.

Deja un comentario

%d