Por Elvis Gómez Mena / Editor de Opinión | cawtv.net.-
Hace 65 años, el periodismo radial nicaragüense sufrió uno de los ataques más brutales que se tiene memoria en los anales de la prensa nicaragüense. Una feroz mujer, Nicolasa Sevilla, y su marido, Eugenio Solórzano López, acompañados de una turba de trabajadores del Distrito Nacional (hoy Alcaldía de Managua) asaltaron los estudios de Radio Mundial, la emisora de más audiencia en esos años, y Radio Deportes, propiedad respectivamente de don Manuel Arana Valle (qepd) y de su hermano Frank Arana Valle (también ya fallecido) destrozando a golpes de palos y hierros los estudios, oficinas, y golpeando a miembros del staff de ambas estaciones.
El 24 de marzo de 1958 ocurrió la agresión en la que resultaron lesionados varios periodistas, entre ellos el joven locutor Joaquín Absalón Pastora, el profesor Julio César Sandoval, un grupo de mujeres y familiares de miembros de la GN detenidos por el régimen, y líderes conservadores que estaban en la estación a la hora del asalto. Don Manuel Arana fue uno de los más golpeados.
La Nicaragua de ese año estaba muy agitada. La dictadura somocista no se reponía del asesinato del General Anastasio Somoza García, ocurrido dos años antes, la represión había golpeado a todos los frentes opositores. Los medios no somocistas, con la Mundial a la cabeza, eran el blanco del terror.
La noticia de la brutal masacre sólo fue publicada por el diario La Prensa una semana después, en la edición del 13 de agosto, con el titular: “Ordenan detención de la Nicolasa”. El artículo fue ilustrado con una foto de estudio de la lideresa somocista y de su esposo.
En el transcurso de esa semana, las estaciones radiales fueron silenciadas. La Mundial y la Deportes a punta de destrucción, Unión Radio y Radio Flash fueron calladas por la vía de la amenaza.
La Nicolasa Sevilla y su esposo, que por muchos años representaron el extremismo del régimen de los Somoza, los Frentes Populares Liberales Somocistas, llegaron ese día a la Mundial y penetraron silenciosamente por el anfiteatro, ubicado en el centro del edificio, y luego se infiltraron hasta la cabina de transmisión en donde se transmitía un informativo.
El asalto
La turba cayó por sorpresa y redujo a golpes a los trabajadores, comenzando con don Manuel Arana Valle a quien atacaron sin piedad. Otro grupo fue a Radio Deportes, en el mismo edificio, y destrozaron todo.
Un valiente locutor de Radio Flash transmitió un SOS cuando le dijeron lo que estaba ocurriendo. Pidió auxilio a las autoridades que llegaron después del asalto. Una patrulla apareció cuando ya no había nada qué hacer.
Los diarios de la época dicen que a la hora del ataque don Manuel estaba en la cabina junto a los jóvenes conservadores Reinaldo Antonio Téfel, Mario Cajina Vega, Martín Espinoza, Álvaro Córdoba Rivas, José Medina y Frank Arana Valle.
La sorpresa
Todos fueron sorprendidos con el ruido y los gritos de “Viva Somoza”, los disparos y una orden de la Nicolasa: “El que salga lo matamos”. Ninguno de los trabajadores y visitantes de la emisora se movió. Todos quedaron paralizados.
En cuestión de segundos, la turba entró a la cabina de transmisión y comenzó a destrozar la consola, los tornamesas, las cintas de audio, teléfonos, y cuanto aparato encontraron. Don Manuel Arana Valle, con voz serena, les rogó que pararan el desenfreno destructivo.
La respuesta fue un fuerte golpe en la cara propinado con un balde que lo derribó. Sangrando, don Manuel salió a gatas del lugar buscando ponerse a salvo. Pero, un barbero de la Fuerza Aérea Nacional, no identificado, lo vio arrastrándose y la emprendió a patadas hasta que lo dejó inconsciente. No contento, aprovechando que estaba en el suelo, le saqueó el dinero de sus bolsillos.
Muy grave
Mario Cajina Vega, director del programa “Movimiento”, recibió un golpe propinado con un pesado micrófono de la cabina. Su compañero de la juventud conservadora, Martín Espinoza, rogó que no le pegaran más. “Ya lo mataron, déjenlo”, exclamó, pero la turba no lo escuchó.
En medio de la confusión, don Manuel Arana fue llevado a su residencia, ubicada de la Casa del Águila, una cuadra abajo, en donde lo atendió el doctor Mariano Icaza Icaza, quien descubrió que tenía golpes internos que amenazaban su vida. La hija del radiodifusor, Olita Arana, de apenas 12 años de edad también recibió parte de la golpiza cuando intentó defender a su padre.
En la estación radial estaba un grupo de esposas de miembros de la Guardia Nacional que fueron apresados por el régimen para investigarlos, una de ellas era Fanny Manfut de Ulloa, esposa del Subteniente GN Carlos Ulloa, quien murió combatiendo la invasión a Playa Girón, en Cuba, en 1961.
A ella como a otras de las denunciantes no las tocaron porque permanecieron en una sala cercana hasta donde no llegaron las huestes de la Nicolasa Sevilla.