Venezolanos celebraron Navidad austera, a causa de la inflación.

Caracas | Notimex.-

La celebración de la Navidad en Caracas tuvo este año un cambio radical, ya que el esplendor y la generosidad que caracterizaron estas fiestas hace pocos años se sustituyó por modestas reuniones familiares, una cena frugal y escasas bebidas.

“La inflación más alta del planeta alojada en Venezuela marcó la diferencia e hizo que sus ciudadanos se arroparan hasta donde les alcanzó la cobija”, precisó Isabel Rada, cultora popular y profesora de folklore en la Universidad de Los Andes (ULA).

Rada, en conversación con Notimex, dijo que en la mayoría de los hogares caraqueños se sirvió una modesta cena, en la cual faltaron las hallacas, el pan de jamón y el pernil, pero no bebidas espirituosas de fabricación casera, como anisado y leche de burra.

“Solamente algunas familias continuaron la tradición del intercambio de regalos, pero esta vez establecieron un límite en cuanto al precio del mismo, prefiriendo especialmente el canje de pañuelos, calcetines, zarcillos de fantasía y pantaletas amarillas (que dan suerte)”, dijo.

Agregó que los niños, acostumbrados a pedir regalos al Niño Jesús, se acostaron muy temprano el día 24, y al amanecer del 25, quedaron boquiabiertos al notar que la bicicleta y la computadora solicitada habían sido suplantadas por un lego y un balón de colores.

“Fueron los coletazos de la cruel inflación, que se convirtió en reina de esta Navidad de precios altos, e hizo desempacar arbolitos torcidos, luces viejas y el pesebre del año anterior, para volverlos a colocar en el recibo de la casa y así continuar la tradición”.

Refirió que las venezolanas y venezolanos tampoco estrenaron y vistieron las indumentarias que usaron todo el año. “Los bailes en clubes nocturnos quedaron reducidos a las cuatro paredes del hogar y a la música de la orquesta Billos Caracas Boys, en discos y casets.

En las plazas públicas se presentaron algunas orquestas locales, pero a éstas dejó de asistió un número importante de ciudadanos y la mayoría decidió permanecer en sus casas, por temor a la inseguridad personal y a posibles enfrentamientos post electorales.

“En la ciudad no se observaron las decoraciones navideñas de años anteriores y los fuegos artificiales no fueron tan pródigos. Sólo la cruz ubicada en lo alto del cerro El Avila, irradiaba de luz a una Caracas de calles desiertas y con poco tránsito automotor”.

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