Por Genya Savilov y Alice Hackman | AFP.-
En un tren que se alejaba a toda velocidad de la zona de combates en Ucrania, el electricista Evhen Perepelytsia, que estuvo a punto de morir, agradecía que pronto iba a volver a ver a sus hijos.
«Esperamos que lo peor haya pasado, que todo sea mejor después de lo que hemos vivido», expresó el hombre de 30 años tendido en una camilla en el tren.
Fue una de las 48 personas, entre heridos y ancianos, evacuadas el fin de semana del este de Ucrania que llegaron la noche del domingo a Leópolis.
Fue la primera evacuación de esa región desde que un ataque ruso mató a 57 personas el viernes pasado en la estación ferroviaria de Kramatorsk.
Pero era la cuarta evacuación organizada por Médicos Sin Fronteras (MSF) desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero.
Dentro de uno de los vagones convertidos en sala de hospital, Perepelytsia recordó cómo perdió la pierna en el bombardeo de su ciudad de Hirske, en la región oriental de Lugansk.
Se encontraba afuera y había conversado sobre dejar la casa para estar con sus hijos en el oeste del país, indicó.
«Di un paso al frente y cuando di el segundo, me caí (…) Resultó ser que (la bomba) cayó cerca de mí, golpeó un monumento y un fragmento me arrancó la pierna», contó.
«Salvamos su vida»
Sentada a la orilla de su cama, su esposa Yuliya de 29 años dijo que estaba aterrorizada de perderlo.
«Perdió la conciencia dos veces en la unidad de cuidados intensivos», recordó. «No pudimos salvar su pierna pero salvamos su vida».
Los tres hijos de la pareja los esperan en Leópolis con la abuela.
«No vamos a regresar», sostuvo Yuliya.
La ONU señaló que al menos 1.793 civiles han muerto y 2.439 fueron heridos desde el inicio de la invasión, aunque la cifra podría ser mucho más alta.
Más de 10 millones de personas han tenido que dejar sus casas.
Las autoridades ucranianas urgieron en los últimos días a los pobladores del este del país a huir al oeste ante el temor de un fuerte ataque ruso tras sus fracasos en los alrededores de Kiev.
Cuando el tren llegó a Leópolis, médicos cargaron en camillas a los que no podían caminar hasta las ambulancias y ayudaron a otros que iban a pie o en sillas de ruedas a llegar a los autobuses.
En un bus, Praskovya de 77 años se sentó pacientemente con una venda blanca sobre un ojo.
«Me duele el ojo», comentó la anciana de la localidad de Novodruzhesk en Lugansk, quien no reveló su apellido.
«Pero los médicos del tren fueron excelentes», agregó sobre los 13 rescatistas a bordo, en su mayoría ucranianos.
Viajando de vuelta
Al frente de ella, Ivan relató que debió esperar dos días en un sótano después de que le dispararon en la calle.
Los vecinos de Popasna, también en Lugansk, lo vendaron lo mejor que pudieron hasta la llegada de los médicos.
En la plataforma, el coordinador del tren hospital de MSF, Jean-Clement Cabrol, recupera la respiración.
El tren había logrado poner a salvo a 48 personas pero muchas más necesitan ayuda, admitió el médico de boina negra.
Semanas atrás, un primer tren viajó a Zaporiyia para recoger a tres familias heridas cuando intentaban huir del puerto asediado de Mariúpol.
Posteriormente, decenas de pacientes, en su mayoría ancianos, fueron sacados de Kramatorsk días antes del mortal ataque ruso a la estación local de tren.
Cabrol comentó la noche del domingo junto a los rieles que otro tren partiría pronto para seguir las evacuaciones mientras sea posible.
«Vamos a regresar esta noche», anunció.