Por Luis TORRES DE LA LLOSA | AFP.-
La presidencia de la conferencia de París sobre el clima (COP21) anunció la madrugada del sábado que finalizó su propuesta de acuerdo, tras dos semanas de intensas negociaciones.
«Tenemos un texto para presentar», indicó a la AFP una fuente de la presidencia. La presentación a las delegaciones de los 195 países se aplazó de las 09H00 a las 11H30 (10H30 GMT) por cuestiones «técnicas de edición y traducción», precisó.
El presidente de la COP21, el canciller francés Laurent Fabius, ultimó la redacción del texto la madrugada del sábado, tras una jornada de consultas para intentar acercar posiciones.
A continuación, el documento resultante se envió para su traducción en la seis lenguas de la ONU -árabe, chino, español, francés, inglés y ruso-.
Tras su presentación a las 11H30 en una sesión plenaria, el texto, si logra el consenso de los 195 países miembros, será adoptado formalmente en una reunión posterior. Por el momento, se desconoce cuándo tendrá lugar.
La adopción del texto estaba prevista inicialmente la tarde del viernes, pero las negociaciones encallaron el jueves de madrugada, cuando se escenificaron los desencuentros entre países desarrollados y en desarrollo.
«En lugar de avanzar hacia compromisos, cada país se atrincheró detrás de sus posiciones. Es el momento duro de las negociaciones», comentó Matthieu Orphelin, de la ONG Fundation Hulot, previo a la propuesta de acuerdo.
Señal de que llegó la hora de la verdad, los presidentes de China y Estados Unidos, los dos principales emisores de gases de efecto invernadero, hablaron por teléfono el viernes para intentar salvar obstáculos.
Del lado estadounidense, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que mantuvo intensas consultas a lo largo del día, reconoció que hay «un par de temas muy difíciles» de desatascar.
Las responsabilidades de países ricos y en desarrollo a la hora de luchar contra el cambio climático, y la ambición que debe mostrar el acuerdo, son esos dos temas.
La financiación de todo el programa de lucha es el tercero.
Brasil, que mantuvo reservas durante días en algunos de los temas negociados, se sumó a último minuto el viernes a una coalición de un centenar de países ricos y en desarrollo que empujan por un acuerdo ambicioso.
«Esta movida de Brasil podría cambiar toda la dinámica en las últimas horas de la conferencia», comentó un portavoz de Greenpeace, Martin Kaiser.
Según fuentes latinoamericanas, la presidencia francesa mantenía las últimas conversaciones con los grupos negociadores entrada la noche, para encarar luego el momento decisivo, la redacción de un texto definitivo.
Intereses muy divergentes
Lo que está en juego es una estrategia capaz de frenar el calentamiento resultante de la actividad humana de un planeta que duplicó su población en las cuatro últimas décadas y vio surgir nuevas potencias industriales.
Para ello es necesario convertir a la economía global a fuentes de energía limpias, abandonando progresivamente las fósiles –carbón, gas y petróleo– emisoras de dióxido de carbono (CO2) y otros gases que están transformando la Tierra en un invernadero y amenazan con convertirla en un horno.
Ante ese desafío cada país tiene capacidades, intereses y una exposición distinta a las amenazas.
Los Estados insulares del Pacífico que quedarían sumergidos por una elevación del nivel del mar, apoyados por aquellos que ya padecen fenómenos extremos, pero también casi toda América Latina, reclamaban que el acuerdo limite el alza de las temperaturas a 1,5 ºC respecto a la era preindustrial.
Los poderosos países petroleros encabezados por Arabia Saudí y Kuwait, se negaban a ir más allá del límite de 2 ºC.
En una fórmula salomónica, el proyecto de acuerdo fija la meta «muy por debajo de los 2 ºC» y llama a «proseguir con los esfuerzos» para alcanzar los «1,5 ºC».
Arabia Saudita, en este caso con el apoyo de Venezuela, consiguió eliminar del texto la noción de «descarbonización», sustituida por la de «neutralidad» de carbono, más favorable a sus intereses.
En las maniobras de último momento, el secretario general de la ONU Ban Ki-moon se reunió por separado con las delegaciones de Venezuela y Kuwait.
La advertencia de India
La principal manzana de la discordia sigue siendo el dinero: los países del Sur reclaman financiamiento y acceso a las tecnologías necesarias para adaptarse a cambio climático, mientras que los ya industrializados quieren que las potencias emergentes también colaboren.
Una posibilidad que China admite, pero sobre una base voluntaria.
La ayuda anual de 100.000 millones de dólares que se canalizará hacia los países en desarrollo desde 2020 será un mínimo que podrá incrementarse, una concesión que debería facilitar la adhesión de los más pobres.
El ministro indio de Medio Ambiente Prakash Javadekar dijo que los países desarrollados «no están mostrando flexibilidad» y advirtió que el éxito de la COP21 «no está asegurado».
Estados Unidos, el segundo gran emisor de gases de efecto invernadero detrás de China, no puede aceptar nada en materia de finanzas que sea legalmente vinculante, porque su Congreso no lo aprobaría.
El objetivo de la COP21 es lograr un acuerdo mundial de lucha contra el cambio climático, a través de una reducción de los gases de efecto invernadero y una ayuda a los países más vulnerables, que sustituya a partir de 2020 al Protocolo de Kioto.