Redacción Internacional, EFE.-
La economía, una de las grandes preocupaciones desde la irrupción del coronavirus, este lunes cobró mayor relevancia en América por los crecientes llamados de los Gobiernos a encontrar soluciones y generar medidas y, especialmente, por el desplome del 305 % del petróleo intermedio de Texas (WTI), que por primera vez cerró en valores negativos (-37,63 dólares) por la caída de demanda del crudo debido a la pandemia.
Un valor en la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex) que hace referencia a los contratos de futuros del WTI para entrega en mayo, que se desplomaron 55,90 dólares con respecto al viernes y que por suerte desde mañana dará paso a los futuros de junio, que hoy están a 20,43 dólares con un volumen de demanda mucho mayor que los de mayo.
Sin embargo, los inversores no muestran ningún tipo de optimismo a corto plazo, a la espera de una reacción de cara a junio, cuando confían en que se reactivará la economía y las necesidades de crudo aumenten.
Una preocupación que atrajo todos los reflectores pero que solo es una muestra más de que, además de buscar una salida a una crisis sanitaria que deja hasta el momento al menos 893.119 casos y 42.686 muertos en América, según los datos más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las autoridades deben encontrar soluciones para no permitir que las economías locales y la regional en conjunto colapsen.
Por esto, la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, dijo este lunes que es «fundamental» que los países latinoamericanos accedan a financiación internacional en condiciones «flexibles», «blandas» e «inmediatas» para combatir los efectos del coronavirus.
AJUSTANDO PLANES FINANCIEROS
Argentina, que lleva dos años en recesión con altos niveles de inflación y pobreza, la inquietud económica crece días a día, hoy presentó una ampliación del plan de asistencia a empresas anunciado a principios de mes, que prevé, entre otros aspectos, el pago de parte del salario de los trabajadores de empresas afectadas por la pandemia, programa al que un el 75 % de las empresas del país se han inscrito.
En EE.UU., más del 50 % de los pequeños negocios tienen menos de 15 días de liquidez para hacer frente a la crisis y solo el 40 % tienen más de tres semanas de colchón financiero, según un informe de JPMorgan.
Ante estas perspectivas, la Casa Blanca y el Congreso negocian un acuerdo para aprobar un nuevo paquete de 450.000 millones de dólares en ayudas a empresas de menos de 500 empleos afectadas por el coronavirus, que también busca destinar más fondos a hospitales y test médicos (tema convertido en arista clave de la discusión), que podría ser votado este miércoles por la Cámara Baja.
Y si la situación es preocupante en este tipo de empleos, peor lo es en el sector informal, por lo que se dan iniciativas como la del Sindicato de Trabajadoras Sexuales de Colombia (Sitrasexco), que llevó mercados a medio centenar de mujeres de una zona de tolerancia del centro de Bogotá que enfrentan una dramática escasez de ingresos por la cuarentena, extendida este lunes hasta el 11 de mayo.
PROTECCIÓN DE FRONTERAS Y DEL SISTEMA SANITARIO
Pese a todo esto, la gran prioridad sigue siendo contener la pandemia, por lo que hoy se vieron medidas como la prórroga de mutuo acuerdo entre EE.UU., México y Canadá para cerrar las fronteras comunes durante otros 30 días, con el primero de estos países como epicentro mundial de la enfermedad con 761.964 contagios y 35.314, según el recuento no oficial de la Universidad Johns Hopkins.
Costa Rica también informó que el cierre de fronteras a los extranjeros se extenderá al menos hasta el 15 de mayo, lo mismo que hará Panamá durante 30 días a partir del próximo miércoles, mientras que San Salvador incrementó los controles de movilidad con un «cordón sanitario» por 48 horas en el Centro Histórico.
Y el recinto ferial de Corferias de Bogotá fue activado como Centro Hospitalario Transitorio, con capacidad de hasta 2.000 camas para aliviar la situación de clínicas y hospitales de la capital colombiana.
Medidas que buscan frenar los contagios y un colapso de los sistemas de salud, algo que preocupa en Perú, como reconoció el presidente Martín Vizcarra, luego de que se duplicaran los pacientes en las unidades de cuidados intensivos, llegando a 385 para 525 camas disponibles a nivel nacional. “Estas semanas son las más difíciles de la enfermedad» , afirmó el mandatario.
DESCARTAN CUARENTENAS
Una actitud que, sin embargo, no es seguida de forma unánime a nivel regional, como lo dejó ver este lunes la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, que aunque llamó a la ciudadanía a seguir con medidas preventivas como quedarse en casa, descartó imponer un «toque de queda» a diferencia de los estados de Michoacán y Jalisco, que hoy mismo iniciarán medidas de aislamiento total.
En Nicaragua, las clases en las escuelas públicas, así como en las universidades estatales, se reanudaron después de unas vacaciones ampliadas tras la Semana Santa, en una jornada en la que la mayoría de los estudiantes no tenía ningún medio de protección, y donde no se ha decretado ningún tipo de emergencia ni restricción oficial alguna a la entrada ni movilidad en su territorio.
Por su parte, Paraguay anunció que trabaja en un cronograma para flexibilizar las restricciones impuestas desde principios de marzo, aunque sin fechas establecidas y con la población preparándose «al modo COVID de vivir».
MUJERES Y VARADOS, POBLACIÓN EN RIESGO
En medio de la pandemia, algunos sectores de la población se están viendo más afectados, como sucede con las mujeres en Brasil, donde las cifras de violencia doméstica aumentaron un 431 % desde que empezó el confinamiento social. En un 67 % de los casos el maltrato lo sufrió el sexo femenino, contra un 37 % del de los hombres.
Otro grupo que sigue luchando con las consecuencias del coronavirus es el quienes quedaron varados en el exterior, como sucede con unos 1.600 bolivianos que desde hace semanas están en las ciudades chilenas de Iquique y Antofagasta a la espera de poder cruzar la frontera.
La canciller interina de Bolivia, Karen Longaric, y el canciller de Chile, Teodoro Ribera, «gestionaron albergues, asistencia médica y ayuda humanitaria».