Instituto Cervantes lamenta el cierre de la versión en español del New York Times

Nueva York | EFE.-

El Observatorio del Instituto Cervantes en la Universidad de Harvard ha lamentado en un artículo el cierre de la versión en español del diario The New York Times, cuya andadura arrancó en febrero de 2016 y llegó a su fin el pasado septiembre por no ser rentable.

El texto, publicado en la página web del Observatorio y firmado por José María Albalad Aiguabella, lamenta que haya prevalecido «el criterio económico» como «principal indicador a la hora de tomar decisiones».

«Un medio no debiera ser un negocio más, centrado en la mera búsqueda de beneficios, ya que su propia naturaleza le obliga a priorizar el servicio público», asegura Albalad en sus conclusiones.

A lo largo del artículo, el experto destaca que durante el tiempo que duró su aventura en español, The New York Times demostró que es posible «garantizar el entendimiento sin reducir la riqueza cultural y lingüística».

De este modo, destaca que la cabecera neoyorquina apostó por la riqueza de los localismos del idioma frente a un español neutral «manteniendo las expresiones propias de Colombia, España, Venezuela, México o Paraguay».

Albalad explica que el diario optó por incluir el localismo del país del que surgía la noticia, con la inclusión de las palabras más utilizadas en otras regiones, así como luchar contra los extranjerismos.

Como por ejemplo, cita el titular «Los beneficios de comer patilla (sandía)», en el que se incluía entre paréntesis un sinónimo más entendido en otros países, o comenta que cuando se hablaba de «se pone la piel de gallina», expresión empleada en España o Argentina, también se incluía «piel de chinita», como se dice en México, o «se me escarapela la piel», como se conoce en Perú.

El informe también destaca que en su empeño por cuidar el lenguaje existía una discusión continua en la redacción donde convivían periodistas provenientes de distintos países.

Además, apunta que la editora Paulina Chavira, que fue la responsable de redactar un manual de estilo, recurría «con frecuencia» a la Fundación del Español Urgente (Fundéu) de la Agencia Efe y al Departamento de Consultas Lingüísticas de la Real Academia Española.

El artículo apunta que el medio estadounidense vio en el español una «oportunidad de expansión» y se enfocó tanto en el público hispanohablante residente en Estados Unidos, como en los lectores de todos los países donde se habla español.

Su versión en español publicaba un promedio de entre ocho y diez artículos al día, de los cuales el 70 % eran traducciones de la versión inglesa y el 30 % producciones en exclusiva para la versión española.

El proyecto, de acceso gratuito, buscaba encontrar un público fiel para progresivamente implantar un sistema de suscripción. Sin embargo, nunca se llegó a aplicar.

Según el pequeño estudio, que no analiza las razones del fracaso de esta aventura digital del The New York Times, antes de su cierre, la versión española tenía en Facebook 1.500.000 seguidores y otros 500.000 en Twitter.

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