Incremento de productividad, acceso a mercados y permanencia de productores en zonas rurales depende de alianza robusta entre agricultura y naturaleza, afirman en pabellón del IICA en COP29

Marcello Brito, Director Ejecutivo del Consorcio Amazonia Legal; Liege Correia, Directora de Sustentabilidad del gigante de la proteína animal JBS; Ana Paula da Silva, de la empresa agropecuaria Cigana Farm; Nathalie Walker, de National Wildlife Federation; André Guimaraes, Director Ejecutivo del Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonia (IPAM); y Marcelo Behar, del World Business Council Sustenaible Development (WBCSD).
BAKÚ, Azerbaiyán, (IICA).-

Existe una correlación directa entre cobertura vegetal natural y productividad, lo que indica que la agricultura del futuro precisará de bosques y vegetación nativa, ya que maximizar la producción con temperaturas más altas requerirá su compatibilización con la naturaleza.

Más aún, esa simbiosis de agricultura y naturaleza es la que facilitará el acceso a los mercados internacionales y asegurará la permanencia de los agricultores y los ganaderos en las zonas rurales, fundamental para la seguridad alimentaria y para los ingresos y la prosperidad de las comunidades del campo y las urbanas.

Esos fueron algunos de los mensajes más potentes que dejó uno de los eventos técnicos realizados en el pabellón Casa de la Agricultura Sostenible de las Américas, instalado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y sus socios en el estadio Olímpico de Bakú, la capital de Azerbaiyán, sede de la COP29, el mayor foro de negociación ambiental y climático del planeta.

El IICA, sus Estados Miembros y organizaciones del sector privado montaron el pabellón por tercer año consecutivo, esta vez en Bakú, para poner la voz del sector agropecuario en las negociaciones climáticas y ambientales, en las que, entre otras cosas, se define el destino de fondos para financiar acciones de adaptación y mitigación, ante el actual escenario de aumento de las temperaturas, fenómeno que agrega riesgos a la de por sí riesgosa actividad de producir alimentos, fibras y energía.

“Alimentando los próximos 1.000 millones: el modelo para construir resiliencia climática en los sistemas agroalimentarios”, fue el título del evento que tuvo como protagonistas a Marcello Brito, Director Ejecutivo del Consorcio Amazonia Legal; Liege Correia, Directora de Sustentabilidad del gigante de la proteína animal JBS; Ana Paula da Silva, de la empresa agropecuaria Cigana Farm; André Guimaraes, Director Ejecutivo del Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonia (IPAM); Nathalie Walker, de National Wildlife Federation; y Marcelo Behar, del World Business Council Sustenaible Development (WBCSD).

Britto, que lidera las acciones del Consorcio formado por los nueve estados amazónicos brasileños, cuya misión institucional es acelerar el desarrollo sustentable de la Amazonia de forma integrada y cooperativa, reconoció el trabajo del IICA en materia de asistencia técnica a productores brasileños y llamó a trabajar más con estudios sobre el impacto de las emisiones de gases de efecto estufa en la selva amazónica.

Además, elogió la agricultura brasileña, a la que definió como de clase mundial, recordando que Brasil es el tercer mayor exportador mundial de productos agrícolas, el cuarto en producción, y el quinto en área plantada.

André Guimaraes, del IPAM, organización científica, no gubernamental que trabaja por el desarrollo sustentable de la Amazonia a través de la producción de conocimiento, implementación de iniciativas locales e influencia en las políticas públicas, puso el acento en la relación de cobertura vegetal y productividad, indicando que ese tipo de uso de los suelos no compite con la producción, sino que, por el contrario, podría ser la garantía para que los cultivos puedan desarrollarse.

También expresó la importancia de rediseñar incentivos de las políticas públicas para promover una intensificación productiva y favorecer la recuperación de áreas degradadas, tareas para las que destacó la relevancia de asistencia técnica.

Liege Correia, de JBS, puso el acento en la capacidad de Brasil de aumentar la producción sin incrementar las áreas dedicadas a la actividad agropecuaria, y describió el ambicioso plan ejecutado por la compañía de puesta en marcha “oficinas verdes” (escritorios verdes, en portugués), con el fin de brindar atención a sus proveedores para respaldarlos en los procesos de regularización socio-ambiental.

El objetivo del programa de oficinas verdes es perpetuar la permanencia de los productores en el campo y que no queden marginalizados en el mercado de deforestación.

Behar, quien también dirige el capítulo brasileño de la WBCSD, subrayó la importancia de la agenda de la naturaleza, para conectarla e incorporarla a la acción de los agricultores y ganaderos.

La agricultora Ana Paula da Silva, en tanto, acentuó el agregado de valor que la sustentabilidad realizada a la actividad agropecuaria y a la producción; y destacó a Cigana Farm, en el sur del estado de Minas Gerais, en el sudeste de Brasil, como una “hacienda completa y 100% circular”.

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