Ciudad del Vaticano | EFE.-
El recién nombrado secretario de la Comisión Pontificia para América Latina (CAL), el filósofo mexicano Rodrigo Guerra López, asegura que al papa «le preocupa la polarización» en América Latina, en una entrevista con EFE en la que analiza el descenso de católicos en el continente debido, sobre todo, a la falta de una Iglesia abierta que no sea sólo «un cenáculo aristocrático de elegidos».
Guerra, fundador del Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV), lleva poco más de cuatro meses en su cargo y recibe a EFE en la sede de este «ministerio» de la Iglesia que se ocupa de analizar lo que ocurre en el continente latinoamericano e informar al pontífice.
«El papa es muy consciente de la realidad de América Latina y lo que más le preocupa es la polarización. El problema que se está presentando en América Latina es que las posiciones más extremas están devorando el centro, el espacio de diálogo y de acuerdo», explica Guerra.
«Cuando los extremismos adquieren una masa critica importante, sean conservadores, liberales, de derechas o izquierdas, fácilmente la violencia puede dispararse porque el espacio social para el dialogo disminuye y la tentación de resolver problemas con medidas autoritarias se incrementa», añade.
Para Guerra, uno de los laicos con el cargo más alto del Vaticano, «radicalizar posturas y fracturar países no apunta a escenarios positivos» y recuerda que el papa siempre aboga «por la política del diálogo».
«Cuánto más polarizada y fragmentada este América Latina más endeble será ante los retos globales que le toca afrontar», sentencia.
Guerra analiza el descenso en picado del número de católicos en América Latina, sobre todo en Brasil donde crecen los pentecostales, como ha mostrado un reciente reportaje del Wall Street Journal, y explica que en el continente no se ha vivido «una secularización» como en otros lugares, como en Europa, sino que se ha «emigrado a otras experiencia religiosas».
Para el secretario de la CAL es necesario que la Iglesia católica en América Latina haga un ejercicio de «autocrítica» y reflexione sobre el «moralismo y el clericalismo, que son las dos grandes enfermedades que están marcando a la Iglesia católica actualmente».
«La iglesia es el pueblo de Dios y no una casta clerical especial que tiene adeptos y seguidores», apunta, antes de añadir: «El papa nos está llamando a hacer todo lo posible para extrovertir la Iglesia y no para hacer un cenáculo aristocrático de elegidos».
En América Latina, y en general, «no hay que esperar a que los fieles lleguen al templo, sino salir en su búsqueda en las calles».
«No nos podemos encontrar con la puerta de la parroquia cerrada, un horario de oficina construido al margen de las necesidades de los fieles, o la frase ‘el párroco no tiene tiempo’. Este fenómeno surge siempre en torno clericalismo y por eso el papa insiste en que se redescubra el ser una Iglesia en salida», destaca.
Sobre si los casos de abusos en el clero han empujado a muchos fieles abandonar la Iglesia, Guerra apunta que en países como Chile sí que ha sido un factor relevante, pero anota cómo en México, con grandes escándalos como el de Macial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, la caída del número de católicos es cada año de medio punto sin grandes cambios tendenciales.
Preguntado respecto al mayor número de países en América Latina que han aprobado leyes a favor del derecho al aborto, insiste en que la Iglesia debe defender el respeto de la vida humana en todas sus fases aunque afirma que «la principal causa del aborto en América Latina es la falta de solidaridad».
«Si las mujeres se sintieran más acompañadas habría menos abortos y menos litigios legales, como hay en todos los países», asegura.
Afirma que un verdadero movimiento pro-vida «tiene que defender la dignidad de la vida humana, frágil y vulnerable en todas sus etapas porque, si solo se defiende una etapa, la cultura de la vida se ideologiza, se vuelve parcial y se puede convertir en consigna facciosa de algunos sectores».
Y reconoce que también para la Iglesia es «necesaria una mayor empatía, compresión y paciencia con una mujer que tiene un embarazo no deseado porque no es un reto menor en la vida de nadie».
Respecto a la posibilidad de un posible viaje de Francisco a América Latina, el último fue a Colombia en 2017, explica que la pandemia no lo hace fácil, pero que le consta que el papa «tiene interés» en visitar los países del Cono Sur.