Washington | EFE.-
El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, anunció este martes que Washington ha retirado sus sanciones a un general venezolano que rompió con el chavismo y tendió la mano a otros que se planteen hacer lo mismo, mientras México alertaba de que intervenir militarmente en Venezuela sería un «gran error».
El discurso de Pence fue el plato fuerte de la Conferencia de las Américas que se celebra anualmente en el Departamento de Estado, y en la que también participaron el presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele; la vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez; y el canciller mexicano, Marcelo Ebrard.
La Casa Blanca ofreció hace meses levantar las sanciones que pesan contra los militares y colaboradores del presidente venezolano, Nicolás Maduro, si decidían volverse contra él, y hoy Pence hizo el primer anuncio concreto en ese sentido.
«Hoy anuncio que Estados Unidos está retirando todas sus sanciones al general Manuel Ricardo Cristopher Figuera, con efecto inmediato», dijo el vicepresidente estadounidense.
Hasta el 30 de abril, Figuera dirigía el Servicio de Inteligencia (Sebin), pero tras el conato de alzamiento militar por parte de la oposición venezolana ese día, Maduro le relevó en esa agencia.
El anuncio de Pence confirmó el paso de ese destacado general al bando del líder opositor Juan Guaidó, reconocido por EE.UU. y otros 53 países como presidente legítimo de Venezuela, pero que hasta ahora no ha conseguido hacerse con el control de facto del país.
El Tesoro confirmó en un comunicado la eliminación de las sanciones que desde febrero bloqueaban todos los activos de Figuera bajo jurisdicción estadounidense.
Pence confió en que el anuncio «aliente a otros» militares venezolanos «a seguir el ejemplo del general» Figuera, y prometió que EE.UU. «considerará un alivio de sanciones a todos aquellos que decidan defender la Constitución» y romper con Maduro.
Pero esa oferta estuvo acompañada de una amenaza, la de ampliar las sanciones al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) venezolano «si no vuelve a su mandato constitucional» y respalda a Guaidó.
En 2017, EE.UU. castigó a ocho magistrados de esa corte, incluido su presidente Maikel Moreno, y hoy Pence prometió extender esas restricciones a los otros 25 integrantes de esa máxima instancia judicial si no se desvinculan del chavismo.
Después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, contradijera el viernes a su Gobierno al afirmar que Rusia «no quiere implicarse» en Venezuela, Pence denunció que «Moscú es el mayor suministrador de armas al régimen de Maduro».
Sin embargo, agregó que «nadie hace más» por el chavismo que Cuba, y reiteró que hay cubanos infiltrados en las agencias militares y de inteligencia venezolanas, algo que La Habana niega.
«Venezuela no es solo un cliente de Cuba, es básicamente el rehén de Cuba», y «el pueblo de Venezuela es víctima de dos dictaduras», sentenció Pence.
El vicepresidente anunció que, en junio, la Armada estadounidense desplegará -por segunda vez en el último medio año- su buque hospital USNS Comfort para una misión de cinco meses por el «Caribe, Centroamérica y Suramérica», con el fin de asistir a los desplazados por la crisis humanitaria en Venezuela.
Pence también advirtió de que ante la situación en el país suramericano no puede haber «espectadores», e instó a toda Latinoamérica a respaldar al pueblo venezolano y a Guaidó.
Esa aparente referencia a México, que ha evitado reconocer como presidente al líder opositor venezolano, encontró respuesta poco después en las declaraciones del canciller mexicano.
Ebrard recordó que México cuenta «con un mandato constitucional de no intervención» y defendió que es «mucho más sensato» organizar «un diálogo» entre ambas partes, al tiempo que intentó marcar distancias entre el Gobierno mexicano y el de Maduro.
«Somos de izquierda, pero democrática y que respeta los derechos humanos, no tenemos nada que ver», subrayó.
El canciller advirtió además de que una intervención militar en Venezuela, una opción que EE.UU. mantiene sobre la mesa, sería un «gran error».
También Bukele, el presidente electo salvadoreño, se pronunció en contra de una «intervención militar en Venezuela», aunque dijo que «eso no significa que respalde a Maduro» y aseguró que no quiere que haya representantes del chavismo en su toma de posesión, en junio.
La situación en Venezuela centró además buena parte de la intervención de la vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, que insistió en que la del país vecino es «la peor crisis humanitaria» de la historia reciente de Latinoamérica.