Henry MORALES ARANA | AFP.-
Con paso lento descienden del avión que los trajo de Estados Unidos: son cuatro madres y 10 niños indígenas guatemaltecos que regresan este miércoles a su país tras ser detenidos en un operativo estadounidense para expulsar a migrantes con orden de deportación.
Algunos de los menores tratan de cubrir su rostro con los sudaderos que visten, mientras otros ven con curiosidad a los periodistas que a la distancia tratan de retratar al primer grupo de deportados guatemaltecos por estos operativos realizados el fin de semana.
Las acciones contra los migrantes ilegales encendieron las alarmas en los países del Triángulo Norte de Centroamérica, integrado por Guatemala, El Salvador y Honduras, ante un posible incremento de deportaciones en 2016.
«Aquí no hay fuentes de trabajo y pedimos que no los deporten, ellos están allá (Estados Unidos) trabajando decentemente», dijo a la AFP Alfredo Vicente, mientras espera afuera de la base aérea militar en la periferia sur capitalina por su sobrina Dulbia, quien junto a sus dos hijos fue detenida y deportada.
Vestido completamente de negro, Vicente explicó que son originarios del departamento indígena de Totonicapán (oeste), y que su familiar residía desde hace más de dos años en la ciudad estadounidense de Atlanta (sureste), a donde migró al no encontrar empleo como maestra en Guatemala.
Los agentes de inmigración estadounidense «llegaron a su apartamento, tocaron la puerta y preguntaron por ella y así fueron como la agarraron», agregó Vicente, quien se encontraba junto a un grupo de niñas indígenas que comían naranjas a la espera de las otras madres que llegaron con sus hijos de entre 2 y 17 años.
El grupo de deportados evitó a los medios de comunicación y fueron evacuados por las autoridades guatemaltecas que los recibieron.
El pasado fin de semana, autoridades migratorias estadounidenses detuvieron a 121 adultos y niños considerados inmigrantes ilegales para ser deportados, en un operativo que es apenas el primero de una serie, informó el secretario de Seguridad Interna, Jeh Johnson.
Alarma por deportaciones
Las operaciones son para expulsar a extranjeros, en su mayoría centroamericanos, que hayan ingresado a Estados Unidos después de mayo pasado y cuyas solicitudes de residencia ya hayan sido negados por cortes migratorias locales.
«Creemos que (de continuar) los operativos se volverá a alcanzar la cantidad de deportados de años anteriores», cuando las cifras aumentaban en cada período, dijo a la AFP Alejandra Gordillo, directora del estatal Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala (CONAMIGUA).
En los últimos años, las expulsiones de guatemaltecos de suelo estadounidense marcaron cifras récord que toparon en 2014, cuando fueron deportados 51.157. Para 2015 la cantidad se redujo un 38,5%.
El mismo fenómeno ocurrió en El Salvador, que reportó 21.752 deportados en 2015, y Honduras con 19.000 expulsiones.
«Las deportaciones nos preocupan porque además del drama humano que generan, representan una dificultad porque en el caso de la población adulta representa desempleo, y en el caso de los jóvenes o grupos familiares significa exponerse a un ambiente de inseguridad del cual huyeron», agregó Marisol García, responsable de asuntos migratorios en el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador.
¿Y las remesas?
Otra de las preocupaciones por estas acciones emprendidas por Estados Unidos es que lleguen a afectar el envío de remesas, que constituyen un pilar de la economía de los tres países del norte de Centroamérica.
«Hay un número significativo de personas que están allá trabajando, hay persona con TPS (Estatus de Protección Temporal), y compatriotas que están en condiciones irregulares trabajando y enviando remesas, claro que (de ser deportados) eso sí afectaría significativamente», precisó a la AFP Aracely Romero, titular del Centro de Atención del Migrante Retornado de Honduras (CAMR).